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“Ella quería ser Menchu”

Las compañeras de tertulia en Ribadesella destacan la pasión de la locutora por la cultura, su gran intuición y su interés en permanecer “alejada de la ostentación”

Luto en Ribadesella por la muerte de Menchu Álvarez del Valle: "Nos hemos quedado huérfanos", aseguran sus amigos

Luto en Ribadesella por la muerte de Menchu Álvarez del Valle: "Nos hemos quedado huérfanos", aseguran sus amigos VÍDEO: M. López/ C. Lamuño

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Luto en Ribadesella por la muerte de Menchu Álvarez del Valle: "Nos hemos quedado huérfanos", aseguran sus amigos Carlos LAMUÑO

Una vez que se fueron las patrullas de la Guardia Civil que ayer se aproximaron a la casa de Sardéu, el silencio se hizo en la pequeña localidad riosellana. La voz de Menchu Álvarez del Valle, una de sus últimas vecinas y abuela de la Reina, se había apagado. Mientras, en Ribadesella, donde la que había sido popularísima voz de las ondas antes de emparentar con la realeza conservaba sus amistades más cercanas, los teléfonos transmitían el pesar por la pérdida.

Frente al monolito que recuerda a la nieta de la locutora en la villa, Estela Rosete, compañera de tertulia de Álvarez del Valle, dice sentirse “huérfana”. Habla por todas las que participan de esos encuentros culturales llamados “El Garabato”. Rosete explica que “Menchu siempre quiso ser Menchu y no la abuela de, ni nada de nada”. La contertulia de la periodista explica que ella ya era muy conocida antes de que su nieta, por circunstancias de la vida, se convirtiese en esposa de Felipe VI y reina de España.

En su retiro en Sardéu, donde lo que más valoraba era su tranquilidad, Menchu Álvarez del Valle quiso dejar un poema para sus compañeras, una última obra de una gran aficionada a la lectura y a la poesía, que las contertulias guardan con tanto cariño como discrección. Sí desvelan que, al margen de una despedida familiar que se hará en la intimidad, ellas le ofrecerán una misa en un futuro próximo.

En Sardéu, Álvarez del Valle vivió hasta sus últimos días acompañada por trabajadoras sociosanitarias. Cuentan en Ribadesella que su hijo, Jesús Ortiz, padre de la Reina Letizia, estuvo alojado en un hotel para acompañar a su madre. Ayer, en el pueblo impactaban como siempre las vistas que rodean la pequeña casa de piedra en la que la periodista decidió pasar su retiro. El mar al fondo y los prados salpicados de casas. Quietud, salvo por la presencia policial a primera hora de la tarde y por el movimiento de las trabajadoras que cuidaron en Menchu Álvarez.

En Ribadesella la recuerdan como una persona vivaz, que se dejaba caer por el pueblo de cuando en cuando para acudir a las tertulias y actos culturales y cada verano cuando alquilaba un piso. Era dinámica, divertida, sencilla e inteligente, cuentan los vecinos.

Una vista amplia de la citada finca, llamada La Arquera, con una furgoneta saliendo de la misma.

Por las calles riosellanas, solo se habla de ella. Y se hacen elucubraciones sobre si los Reyes iban a pasar por la villa del Sella o sobre si iba a haber un gran funeral. Apuntan quienes la conocieron que la periodista, lúcida hasta el final, lo dejó todo “muy bien preparado”. Tenía pensado hasta el último detalle. Hay gente que, por respeto, prefiere no aparecer citada, pero asegura que Menchu Álvarez del Valle quiso pasar sus últimos días allí, en Sardéu, en esa casa alejada de todo y de todos. En la casa todavía había ropa tendida.

El retiro de la periodista fue así, de quietud y silencio salpicados de cultura. Pero con la pandemia todo se torció. “El Garabato”, al que no faltaba desde hacía años, se truncó con el confinamiento. Menchu Álvarez se reunió con el resto de contertulias por última vez el pasado verano, cuando parecía que la situación sanitaria había dado un respiro. Y, al final, ella, que tenía algunos achaques pero gozaba de buena salud, se vio impedida por problemas respiratorios.

Cuentan sus amigas que ella siempre llevó la voz cantante y, de hecho, dicen que tenía un don: “Veía las cosas antes de que pasasen”. Tenía intuición. Un buen talento para dedicarse a la información. El histórico periodista asturiano Lorenzo Cordero recuerda a la que ya era alguien antes de ser abuela como “una gran profesional que fue capaz de revolucionar la radio en Asturias”. En Ribadesella, al oír su nombre, a sus amigas les vienen a la cabeza palabras como “carácter”, “vitalidad”, “voz” o “poesía”.

Dos mujeres acuden ayer por la tarde a la vivienda de Sardéu (Ribadesella) donde residía Menchu Álvarez del Valle.

Menchu Álvarez del Valle fue mucho más que una abuela y quiso ser recordada por mucho más que por eso, siempre “lejos de la ostentación” y de los focos, porque nació para estar detrás.

Rememoran algunos de los periodistas que años atrás hacían guardia frente a La Arquera (la casa de la locutora en Sardéu), cuando los entonces príncipes habían ido de visita, que una vez se había marchado el grueso de los medios, Menchu Álvarez hacia pasar a los últimos que quedaban y los invitaba a café porque los veía “muertos de frío”.

Ayer, en Sardéu quedó el silencio y también la expectación por si se acercaba al pueblo la familia de Menchu Álvarez del Valle. Una mujer que revolucionó las ondas asturianas, amante de la poesía, tertuliana de “El Garabato” y abuela de reina.

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