La historiadora María Álvarez, comisaria de la exposición “Camino Primitivo. Oviedo”, que organiza LA NUEVA ESPAÑA, realizó ayer un apasionado y apasionante viaje en el tiempo con su conferencia “Oviedo y su historia: el origen del camino de Santiago” en el Aula Magna del Edificio Histórico de la Universidad de Oviedo. Presentada por el rector Ignacio Villaverde, Álvarez advirtió que no estaba en su ánimo sorprender, sino dibujar a partir de certezas históricas y probabilidades un paisaje de siglos. Su relato, en cualquier caso, sí hizo referencia a silencios sorprendentes, como el hecho de que las crónicas asturianas escritas a mayor gloria de los reyes pasaran por alto el hallazgo de los restos y de la tumba del Apóstol.

Álvarez comenzó explicando qué hacía Santiago en España y cuándo se desarrolló la peregrinación. E hizo especial hincapié en ese momento crucial en el que Oviedo es más que un origen y una etapa del Camino y pasa a ser un destino “per se”. ¿Pudo ser Alfonso II el primer peregrino? Sí. ¿Podemos afirmarlo? No. En cualquier caso, esa figura real es fundamental para se generalizara la peregrinación. Oviedo era una de sus ciudades favoritas, recordó Álvarez, y el hecho de que la ciudad tuviera sus propias reliquias, con la devoción taumatúrgica que las acompaña, fue decisivo. ¿Por qué conocemos menos el Camino Primitivo?, se preguntó. Los reyes preferían privilegiar otros itinerarios. Pero eso no impidió la visita de monarcas y de muchos peregrinos anónimos, entre ellos Cruzados ingleses o alemanes que deseaban venerar reliquias de Tierra Santa. Álvarez destacó que Oviedo tiene privilegios que le faltan a Santiago, como el Jubileo de la Santa Cruz celebrado todos los años por decisión Juan Pablo II, sin ir más lejos.