Es la Pascua Militar uno de los actos más solemnes del año de las Fuerzas Armadas y, por tanto, se debe estar a la altura. Tanto hombres como mujeres tienen que cumplir el protocolo: en líneas generales, uniformes de gala los militares, chaqué los civiles y vestido largo las señoras. Así las cosas, desde el presidente del Gobierno hasta sus ministros pasando por los Reyes de España han tenido que atender este jueves 6 de enero a las normas, aunque como siempre pasa el atuendo de ellas es más escrutado que el de ellos por razones obvias: hay más tendencia a fijarse en lo que llevan las mujeres, las opciones son más amplias y, además, las de los hombres no dan para mucho. Pedro Sánchez lució el chaqué de rigor, al igual que el ministro Fernando Grande-Marlaska, mientras que el Rey llevó el uniforme de capitán general del Ejército de Tierra.
Del escrutinio no se libró, no obstante, Pedro Sánchez, que exhibió mascarilla con la bandera de España. Todo correcto si no fuera, según sus críticos, que el Presidente no la usa siempre, y nunca –aseguran– cuando visita Cataluña. Pero este 6 de enero era el marco ideal, el acto castrense que abre el año y para acompañar al Rey.
Con todo, el protagonismo fue –como siempre– para la Reina Letizia, con permiso de la ministra de Defensa, Margarita Robles, muy elegante y correcta, según las crónicas de expertos y analistas de moda, con un vestido hasta el suelo con capa integrada –protocolo manda–, de color azul celeste, y un bolero de piel blanco.
Dicen que Su Majestad detesta ser el centro de atención por su vestuario. Pero es que en esta Pascua Militar ha hecho méritos y sabía muy bien cuando salió de casa que lo iba a ser. Porque Letizia se plantó en el patio del Palacio Real, en Madrid, con un resultón, brillante y minúsculo piercing en su oreja izquierda. Nada tardaron los fotógrafos y cronistas en descubrirlo. A los pocos minutos de iniciarse los actos, la noticia corrió por las redes y los periódicos digitales como no podía ser de otra forma.
Este pendiente secundario de la Reina se entiende que buscaba pasar desapercibido por ser tan minúsculo que los fotógrafos tuvieron serios problemas para retratarlo. Pero también se puede entender que algo tan “transgresor” –lo de agujerearse la oreja y precisamente que coincida con la Pascua Militar– tuviera el objetivo logrado: acaparar la atención y evitar que otros asuntos de la atribulada actualidad española acaparasen la atención.
Una cosa u otra, lo cierto es que Letizia logró ser el centro de todas las miradas, no solo por el piercing (que hasta la crónica institucional del acto de la agencia “Efe” recogió), sino también por su elegante atuendo –un vestido azul marino con escote en pico terminado en botonadura en la parte delantera, lazada en la cintura, manga larga y falda de vuelo– y por el percance (esto fijo que no estaba en el guion) con su broche. La joya en cuestión es de las llamadas “de pasar” (herencia), una perla grande gris pálido rodeada de brillantes de la cual cuelga otra perla. Resultó que se le cayó al suelo y tuvo que ser Felipe VI –muy aplaudido e impecable en su discurso de la Pascua Militar– quien lo recogiera.
La PCR de Leonor para volver a Gales
Nada se ha visto a la Princesa de Asturias en sus vacaciones navideñas. Este jueves reanudó sus estudios en Gales (Reino Unido), aunque se desconoce cuándo regresó. La última foto oficial de Leonor es de octubre en Somiedo. Su descanso ahora ha sido tranquilo y discreto. Lo que sí ha trascendido es que la heredera tuvo que presentar una PCR negativa hecha 48 horas antes del viaje y hacer otra tras su llegada. Son las reglas del Gobierno británico por la pandemia.
