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Asturias exporta talentos

Tardón: "Asturias no se autocompadeció en ningún momento de su historia"

"Lo bueno de rodar ‘Alma’ es que tuve la inmensa suerte de conocer a una veintena de jóvenes actores y actrices asturianos"

Mario Tardón, en su oficina.

Mario Tardón (Los Ángeles). Actor y guionista. «Por motivos laborales de mis padres nací en Madrid en 1980. En el año 82 nos mudamos de vuelta a Las Regueras. Estudié entre Murcia y Madrid. He trabajado en series como ‘La Embajada’, ‘El Ministerio del Tiempo’, ‘Alma’ y ‘Borgia’. Y en películas internacionales como ‘Resucitado’, ‘La promesa’ o ‘El hombre que mató a Don Quijote’. Vivo en Los Ángeles desde 2016 y estoy trabajando para Pluto TV, streamer de Paramount».

Tardón: "Asturias no se autocompadeció en ningún momento de su historia"

Apaguen sus móviles, por favor. La película va a comenzar. Los títulos de crédito anuncian: Mario Tardón, actor y guionista afincado en Los Ángeles. Soleada California. Nada que ver con su Asturias natal.

Flashback: «Muchos son los primeros recuerdos asturianos que se me agolpan en la cabeza al rememorar: la mano de mi abuela acariciándome el rostro mientras veía dibujos, un buen vaso de zumo de manzana de cuando hacíamos sidra en casa, las robustas piedras del hórreo de la casa de mis padres aguantando mis balonazos o muchos momentos con mis hermanos y mis padres mientras me iba haciendo con la tierrina».

Inserto: «Asturias huele de una manera muy particular, pero no me di cuenta hasta que me fui. Tuve que marchar para saber adónde siempre he de volver. Así soy yo, una contradicción andante. Asturias era gris, llena de vida por todas partes y muy sinuosa: siempre acababa mareado cuando íbamos a visitar a mis abuelos o mis tíos a la montaña».

Zoom al pasado y al presente: «De los errores se aprende siempre que uno no se pare a lamentarse y Asturias no se ha autocompadecido en ningún momento de su historia. El asturiano por naturaleza acepta, asume, se levanta de nuevo y sigue caminando. Asturias ha aprendido muchísimo desde que me fui. Sigue siendo una comunidad abierta y noble, un lugar magnético que atrapa, seduce y corteja. Pero además se ha vuelto cosmopolita, pizpireta y moderna. En mi caso, además, por cuestiones de generación, se ha vuelto muy familiar y plagado de criaturas.

Travelling: «Mi primer viaje como estudiante fue cuando por fin decidí dar el salto, dejarlo todo para irme a estudiar Arte Dramático a Murcia. En mi época la Escuela Superior de Arte Dramático de Asturias (ESAD) no ofrecía titulación superior. Esa noche organicé una salida a romper con todos mis amigos y acabamos cantando por la calle Mon a las tantas. Solo nos fuimos cuando nos empezaron a tirar cubos de agua. Después, mi padre me acercó a las seis de la mañana a coger el alsa y nunca olvidaré la emoción que me embargó. Me senté en mi asiento y mientras me despedía de papá en la vieja y negruzca estación de buses, ríos de lágrimas caían por mis mejillas. La sidra tuvo algo que ver en eso, no lo niego, pero yo es que soy como Víctor Manuel: si bebo me entran ganas de llorar, si no al fin de la noche lloro igual (de su canción ‘Danza de San Juan’)».

Ya en Murcia «exploté como una castaña al fuego. Me convertí en el hombre que soy hoy en día y cometí todos los errores del mundo. No se me daba del todo mal actuar y viajé de gira teatral por toda España y por Marruecos, Egipto, Noruega o Cuba. Nunca olvidaré aquella época. Cada viaje era como una ventana que aireaba mi interior con aire limpio y renovado».

Primer plano: «Pendiente no tengo nada en la vida. Pago mis deudas lo antes posible. Pero sueños tengo millones, de eso nunca me quedo seco: me encantaría llenar una furgoneta con mis colegas de siempre y recorrer todas las fiestas de prao que sea humanamente posible, llevar a mi mujer a caminar Muniellos entero, invitar a mis padres a beber un buen vino y comer un pescado exquisito mirando al mar o volver a hacer clases de aeróbic con mi hermana en el Atlas. ¡Cómo lo pasábamos!».

Banda sonora: «El sonido de unas gaitas soplando el himno asturiano contra el murmullo del mar y con el gentío de espicha de fondo. El olor a sidra escanciada y a bollo de chorizo calentín. La lluvia sobre nuestra casa de Biedes, Las Regueras. El cencerro de una vaca en mitad de un monte perdido».

A cámara lenta: «Venir de Asturias es como empezar el partido con una pierna coja. Muchísimas otras comunidades tienen multitud de ayudas solo por existir y eso, al principio, y si no lo sabes colocar bien, te lastra mucho emocionalmente. Yo tuve que trabajar duro para convertir eso mismo que pensaba que era una desventaja en un orgullo que me empuja a seguir cada día. No nos han regalado nada y ahí estamos, contra viento y oleaje. Y pase lo que pase, ahí seguiremos. Somos recios».

Picado: «Tuve suerte de que en mitad de la pandemia se me brindó la oportunidad de coger un avión desde Los Ángeles para volver a casa a rodar ‘Alma’. Volví tres meses de rodaje para darme cuenta de que las ventajas son muchas: todo está cerca, es muy barato vivir y la comida es brutal. Las desventajas son también, y lamentablemente, muy llamativas pero la más destacable es la falta de trabajo. El lastre que eso supone para generaciones enteras es incalculable. Por eso, yo creo, vivimos los asturianos en una nostalgia eterna fantaseando con lo que somos y lo que, en realidad, podríamos ser».

Contrapicado: «Creo que los nuevos tiempos han convertido al mundo en un lugar un poco más accesible. Ahora no es tan disparatado pensar en un futuro donde el teletrabajo sea la herramienta principal a desarrollar. Con buena wifi en cada pico asturiano estoy seguro de que miles de nuevas oportunidades surgirían. Lo bueno de rodar ‘Alma’ en el papel de profesor es que tuve la inmensa suerte de conocer a una veintena de jóvenes actores y actrices asturianos que hacían de mis alumnos. Les sigo por las redes y les veo emprender, inventar, luchar por lo suyo y me da una sensación de enorme paz: estamos en buenas manos, son mucho más listos de lo que éramos nosotros».

Plano (usted) contraplano (una autoridad política): «Invirtamos la pirámide: escuchemos a nuestros mayores, cuidémosles más y aprendamos de ellos. Obligatoriedad de hacer teatro para poder graduarse en el instituto. Y lo más importante: instalar una especie de mili en la que se cambie el entrenamiento militar por una obligatoriedad a toda persona de trabajar un mínimo seis meses con el sueldo mínimo. Resumiendo: empatía».

Pantalla dividida en cinemascope con los rostros de tanto talento asturiano que quiere intentar buscarse la vida fuera: «Hazlo. No lo dudes más y vuela. ¿Qué es lo peor que puede pasar, que tengas que volver a Asturias? Calla, ho, se está peor en la cárcel».

Fundido a blanco: color esperanza. 

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