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Arturo Fernández Ingeniero de la ESA encargado de supervisar el desarrollo del sistema de potencia de la nave Orion

Arturo Fernández, ingeniero de la ESA: "Ya estamos trabajando para hacer una estación espacial en la órbita de la Luna"

"Estamos en Houston monitorizando la nave Orion 24 horas al día; es muy compleja y durante el vuelo suceden cosas de forma constante"

ARTURO FERNÁNDEZ, EN LA ENTRADA DEL CENTRO DE CONTROL DE LA NASA.

La nave espacial Orion, de la misión no tripulada Artemis I de la NASA, ha entrado según lo previsto en el campo gravitatorio de la Luna, cinco días después de su lanzamiento. Ayer, en concreto, la cápsula pasó a unos 130 kilómetros de la superficie lunar, un hito en la misión de devolver a los humanos a la Luna. Después de su sobrevuelo lunar, Orión viajará unos 64.400 kilómetros más allá del otro lado del sátelite, lo más lejos que una nave espacial que pretende en un futuro transportar humanos ha viajado alguna vez.

La misión Artemis I tiene como objetivo preparar el camino de exploración lunar para el envío posterior de astronautas devolviendo a los humanos a la Luna por primera vez en medio siglo y estableciendo una base allí como paso previo para llegar a Marte.

La última misión de la NASA en la que sus astronautas pisaron la Luna se remonta a Apolo 17, que se llevó a cabo entre el 7 y el 19 de diciembre de 1972.

Siguiendo con detalle todo lo que pasa en la cápsula están los expertos en Houston. Y uno de ellos es el ingeniero asturiano Arturo Fernández (Oviedo 1972). Desde 2015, Fernández es el jefe de la Sección de Electrónica de Potencia de la Agencia Espacial Europea; esta sección es la encargada de dar soporte técnico y liderar el desarrollo de los sistemas de potencia de los satélites de la ESA y, por tanto, le corresponde supervisar ese desarrollo en la nave Orion, en colaboración con la NASA.

–¿Cómo acaba un ingeniero asturiano en la misión que busca devolvernos a la Luna?

–Pues en el fondo es un ejemplo más del azar de la vida. Durante los estudios de Ingeniería Industrial en Gijón tuve que elegir un proyecto fin de carrera. En aquella época se elegía bastante pronto, en cuarto, y en realidad no sabes muy bien de qué va el tema y te guías por la intuición, como conectas con el profesor, etc. Yo escogí uno de Electrónica de Potencia que patrocinaba la empresa Alcatel. Diría que ese es el momento en el que mi carrera se orientó hacia esta disciplina. El Grupo de Sistemas Electrónicos de Alimentación de la Universidad de Oviedo, liderado por Javier Sebastián, es uno de los grupos de investigación punteros a nivel europeo en este tema. Al empezar a trabajar con ellos en ese proyecto me enganchó y al acabar la carrera me contrataron en el grupo. Desde ese momento me especialicé en esta disciplina y pude trabajar en proyectos muy avanzados con empresas punteras europeas.

¿Y cómo llega a la Agencia Espacial Europea?

–En 2007 me presenté a las pruebas para un puesto como ingeniero de potencia en la ESA (Agencia Espacial Europea) y la conseguí. A partir de ahí, empecé a trabajar en diferentes proyectos y en 2013 tuve la suerte de que me asignaran como ingeniero del sistema de potencia de la nave Orion.

–Sin complejos...

–A veces en Asturias tendemos a pensar que estamos aquí en el norte, un poco olvidados con respecto a otros lugares. Sin embargo, lo cierto es que tenemos una buena universidad que proporciona una buena formación y no sientes ningún déficit con respecto a colegas de otros países. A partir de ahí, se trata de la voluntad de cada persona para intentar trabajar en campos que sean interesantes y donde lo que tienes es que intentar desarrollar todo el potencial personal.

–¿En qué ha consistido su trabajo en el marco de la misión Artemisa I?

–Desde 2013 soy el ingeniero del sistema de potencia de la nave. Desde la ESA lideramos y supervisamos el desarrollo técnico de los sistemas desde su fase de concepción y especificación hasta la fase vuelo. Yo he trabajado en el desarrollo prácticamente desde el principio. Desde el pasado martes, Orion ya está volando hacia la luna. Ahora un equipo multidisciplinar de la ESA estamos en Houston monitorizando la nave las veinticuatro horas al día. Nuestro trabajo consiste en analizar el funcionamiento de todos los sistemas y alertar sobre cualquier posible anomalía. Esta es una nave muy compleja con muchos sistemas diferentes y muchos modos de funcionamiento. Durante el vuelo suceden cosas de forma constante, debido a maniobras o pruebas que se van realizando.

–¿Siempre se sabe interpretar eso que pasa en la nave teniendo en cuenta que no está tripulada por humanos?

–A veces no es obvio comprender si todo está funcionando como debe o no. Por otra parte, cuando algo se desvía del cauce previsto, nuestro equipo intenta comprender las causas de la desviación y propone soluciones que sean factibles en vuelo y que puedan solucionar la anomalía.

–¿Supone un “gran peso” saber que depende de tí que la potencia del cohete sea la adecuada para cumplir con los cálculos de órbita?

–En realidad, no se siente así de una manera tan directa. Un proyecto de esta envergadura necesita de miles de ingenieros trabajando en todos los sistemas. Te sientes parte en un equipo enorme con lo que la responsabilidad se siente compartida. No hay muchos puestos en un proyecto de este tipo en los que la responsabilidad se totalmente personal. Solo en las unidades de conversión de potencia el equipo lo forman fácilmente más de 30 personas entre ESA, NASA, Airbus y Leonardo. Esto ayuda a aliviar el peso de la responsabilidad ya que las decisiones se suelen tomar por consenso, cuando todo el equipo se siente a gusto con las soluciones técnicas adoptadas.

–Pero momentos de presión los habrá igualmente...

–Hay momentos donde sí se siente mucha presión. Por ejemplo, durante el lanzamiento y también cuando el sistema del que eres responsable debe empezar a funcionar, en nuestro caso, cuando los paneles solares se desplegaron correctamente y todo el sistema de potencia empezó a alimentar a Orion. Cuando ves que va todo bien, se siente un gran alivio.

–Le darán vueltas a los posibles fallos.

–Hay discusiones técnicas en las que se habla de posibles fallos que puedan llevar a que la nave no pueda volver a la Tierra y por tanto, suponga la pérdida de las vidas de la tripulación (en este caso son maniquíes). En general, eso te hace adoptar soluciones más conservadoras que minimicen el riesgo. Ahí sí se siente una responsabilidad enorme que no se siente en el desarrollo de un satélite normal.

–Si volvemos a la Luna, ¿cuál es el siguiente paso?

–Artemis III es la misión que va a llevar a la primera mujer a la luna. Si todo va bien, deberíamos poder lanzar esa misión en 2025 aunque, como se ha visto con Artemis I, en misiones de esta complejidad todavía puede haber retrasos relativamente serios. A partir de ahí, el siguiente paso, también a partir de 2025, es construir una especie de Estación Espacial en la órbita de la luna. Este proyecto se llama Gateway y también es una colaboración entre la ESA y la NASA.

–¿Una estación espacial en la órbita de la luna?

–En estos momentos en la ESA estamos desarrollando varios módulos para esta estación. Gateway nos va a servir de base de operaciones para intentar montar una base de trabajo en la Luna, que es el siguiente gran paso. Para poder hacer esto hay ya una serie de proyectos en marcha para poder bajar material a la superficie lunar, construir una base y generar y almacenar energía para alimentarla. Todo esto es un campo de pruebas más o menos asequible técnica y económicamente, para poder ir en el futuro a Marte. Necesitamos desarrollar y probar un montón de tecnología para poder abordar con una cierta garantía una misión muchísimo más compleja como llevar astronautas a la superficie de Marte.

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