Vaya por delante el reconocimiento al buen juego y la enorme calidad de los futbolistas del Villarreal, lo que no sirve de excusa para la pobre imagen ofrecida por un Sporting que apenas compitió en otra mañana aciaga. El sistema de los tres centrales se volvió estéril ante un rival que jugó por bajo y castigó la espalda de los zagueros, pero sobre todo naufragó el Sporting por su propia fragilidad defensiva que se hizo manifiesta en las acciones de los dos primeros goles castellonenses. Los rojiblancos ofrecieron su versión más anodina, con muchos futbolistas en un alarmante estado de baja forma y otros sin carácter ni intensidad. Las señales que se emitieron desde el banquillo aumentaron la confusión.

El doble cambio realizado en el primer tiempo mejoró algo al equipo, pero multiplicó la sensación de que Abelardo se había equivocado de inicio. La suplencia de Nacho Cases es el síntoma más evidente de que algo no se está haciendo bien en el Sporting. El centrocampista más lúcido no tiene un sustituto de su nivel y el juego del equipo se resiente de una forma evidente. No es una situación fácil para el gijonés, pero tampoco para Rachid, sacrificado ayer poco después de la media hora. Le acompañó Babin en el camino a los vestuarios.

La derrota ante el Villarreal y la mala imagen ofrecida dejan al equipo en una situación de máximo riesgo. Quizá sea cierto que hay mejor plantilla que la temporada anterior, pero la tozuda realidad demuestra que se compite peor. Faltan todas las señas de identidad que convertían al Sporting de los guajes en un equipo reconocible y competitivo. No hay un patrón de juego, se ha perdido seguridad defensiva, se echa de menos el espíritu y el compromiso del Sporting de hace unos meses. Y lo peor de todo vino después del partido, cuando se alimentó la confusión desde el intestino mismo de El Molinón.

El Sporting le entró mal al partido y el Villarreal vio el hueco y se deslizó por él. En veinte minutos, el submarino había hundido ya la nave rojiblanca con dos goles que fueron auténticas cargas de profundidad para la maltrecha estima defensiva del Sporting. Seguramente las dos jugadas peor defendidas del año, decidieron el partido y provocaron una inusual reacción de Abelardo. Al Pitu siempre se le ha criticado su tardía capacidad de respuesta para buscar soluciones en el banquillo, ayer hizo dos sustituciones en caliente que dejaron en entredicho a todos los afectados, incluido el propio entrenador. El cambio fue estructural. Además de los hombres se cambió el posicionamiento y de la defensa de cinco se pasó a un 4-4-2 con Burgui como pareja de Cop.

A esas alturas de partido, el Sporting era un juguete en manos de un Villarreal con hechuras de gran equipo y futbolistas de paño del bueno. El Sporting centró sus esfuerzos en detener la hemorragia y consiguió llegar al descanso con la desventaja de dos goles, pero con la sensación de haber sido claramente superado.

Con Nacho Cases a los mandos, llegaron los mejores minutos del Sporting. El equipo dejó veinte minutos estimables que no se tradujeron en ocasiones de gol, mientras el Villarreal gestionaba su ventaja sin demasiados sobresaltos. El conjunto amarillo se defendió desde la posesión y jugó a las cuatro esquinas con los rojiblancos. Al Sporting se le acabó la mecha y las ocasiones menudearon de nuevo en la portería local. Pato obtuvo el premio a su gran partido con el gol que cerró el encuentro poco antes de ser reconocido por la Tribunona.

El partido se convirtió en un corre-calles con ocasiones en las dos porterías. Asenjo dio señales de vida para desalojar de la escuadra un zurdazo de Moi Gómez y achicarle el hueco a Burgui tras una buena acción individual. Carmona salvó el honor en una acción afortunada, en la que puso la cabeza a un mal despeje de Bruno y sorprendió a Asenjo.

Lo malo no es tanto haber perdido con el Villarreal, ni siquiera la sensación de inferioridad, lo malo es ese abatimiento que se detecta en el equipo. Abelardo no salió del banquillo desde el tercer gol visitante y las dudas se aumentaron con su intervención en la sala de prensa. El Sporting es ahora mismo un enfermo crítico que necesita con urgencia una terapia de choque. La clave está en acertar con el diagnóstico y en no cortar por lo sano.