El Sporting juega esta tarde en Pamplona uno de esos partidos que pueden quedar incorporados al imaginario colectivo. El pasado reciente del Sporting está sobrado de épica. Durante la última década, los rojiblancos se han acostumbrado a vivir en el alambre, decidiendo sus objetivos en partidos de infarto al final de cada temporada. Han sido muchos y casi siempre, el Sporting ha salido vencedor. Unas veces por sus propios méritos y, en ocasiones, por el acierto de terceros. El Sporting ha protagonizado también algunas carambolas improbables que le han acercado al éxito.

El Sporting de los guajes vivió dos finales de infarto en las dos temporadas de su reinado. Primero el ascenso celebrado en el Benito Villamarín cuando, con el partido ya acabado, la Mareona cantó el gol de Pablo Caballero que daba la victoria al Lugo en Girona y el ascenso al Sporting. La campaña pasada, los rojiblancos ganaron al Villarreal en la última jornada en El Molinón y el Betis derrotó al Getafe dando la permanencia a los rojiblancos.

La única cruz se produjo en Málaga en la temporada 2011-12, también con Abelardo en el banquillo aunque de forma circunstancial por la sanción de Javier Clemente. Los boquerones necesitaban los puntos para clasificarse por primera vez para la Liga de Campeones y mandaron a los rojiblancos a Segunda.

El Molinón ha sido testigo de muchos de estos partidos épicos. Como el que cerró la temporada 2008-09 con la visita de un Recre ya descendido, pero respondón, que logró incluso adelantarse en el marcador. Los rojiblancos consiguieron remontar y lograron mantenerse en la máxima categoría.

Manuel Preciado protagonizó en la temporada 2007-08 un ascenso inesperado en el que se obraron dos milagros consecutivos en las dos últimas jornadas. El Sporting llegó tercero al penúltimo partido con una ligera ventaja sobre la Real Sociedad. Con un desplazamiento masivo, los rojiblancos tropezaron en Castalia y la Real ganaba en Mendizorroza. El partido del Sporting acabó entre lágrimas, pero, con los jugadores aún sobre el césped, el Alavés dio la vuelta al partido con goles de Adrián y Jairo. El ascenso se consumó en casa ante el Éibar en una tarde inolvidable.