Miércoles, 5 de abril. Jornada 30. Llega a El Molinón un Málaga en plena crisis, aventajando en tan solo cinco puntos en la clasificación al Real Sporting (Sociedad Anónima Deportiva para desgracia de todos los sportinguistas). Ya entonces se habla de ‘final’ ante los malacitanos. Una victoria dejaba al conjunto rojiblanco a solo dos puntos de los andaluces. El partido es igualado a más no poder, pero acaba por decantarse del lado blanquiazul, gracias a un gol afortunado de Sandro al borde del descanso, en un remate que desvía Meré y sorprende a Cuéllar por debajo de las piernas. Se decanta por eso y por un inmenso Kameni, que salva primero el 1-0 en un disparo casi a bocajarro de Traoré, y después, con una impresionante parada (casi tan buena como la de Diego López a Xavi Torres hace dos semanas frente al Espanyol, también en El Molinón), ya en las postrimerías del partido, evitando que una volea de Víctor se colara en la red.

Miércoles, 10 de abril. Jornada 37. El Málaga aventaja en dieciocho puntos al Sporting.

Quería empezar con esta breve reseña para demostrar, si bien creo que para la mayoría de aficionados no es necesario, cómo en el fútbol muchas veces, una simple acción o un simple partido (se incluyen por supuesto las “simples” decisiones arbitrales), puede cambiar el devenir de una competición. O tal vez no. Porque quizás, de haber ganado o empatado contra el Málaga hace ahora poco más de un mes, a estas alturas estaríamos igual; o incluso peor. Eso ya nunca lo sabremos.

La realidad dice que tras el varapalo sufrido por el Betis el lunes en Butarque, el Sporting se encuentra prácticamente con los dos pies en Segunda. Y lo demás queda para el ‘fútbol ficción’. Lo del Betis, por mucho que apeláramos a nuestro hermanamiento con los sevillanos, era más que previsible. Y en ningún caso se les puede reprochar desde esta nuestra hermosa villa marinera, el no habernos ayudado (una vez más) con nuestros deberes. Que además, bastante se lo ha reprochado su presidente, a quien no le ha temblado el pulso a la hora de destituir a su entrenador. Y no tengo la más mínima duda de que este próximo fin de semana, la afición verdiblanca, les va a recibir con una sonora pitada. Pero eso a nosotros, ha de darnos igual.

A nosotros lo que ha de preocuparnos es nuestro partido en Ipurua. Un partido que inevitablemente siempre nos retrae a los recuerdos de aquel bochornoso arbitraje estando en Segunda, de un tal Rodado Rodríguez. “Un atraco a mano armada”, lo definió después del encuentro el por aquel entonces entrenador rojiblanco, Marcelino García Toral. El partido, recordarán todos los sportinguistas, finalizó con un empate casi épico en el último suspiro, cuando el Sporting jugaba con ocho jugadores sobre el campo, frente a un Eibar a quien también le faltaba un jugador. Aquel empate supo casi a victoria, aun cuando todos éramos perfectos conocedores de que con ese resultado, el sueño del ascenso se alejaba, como así fue finalmente; y en gran parte por el lastre que supusieron las sanciones de cara al siguiente partido, ninguna de las cuales por cierto, a pesar de ser recurridas por el club, fueron revocadas. No ha sido el Sporting tampoco en los últimos años, una entidad bendecida por los altos estamentos del fútbol español. Quizás por que quienes lo han dirigido durante estos últimos veinticinco años no se lo merezcan. Pero esto de nuevo, tampoco ha de importarnos ahora. Ya habrá tiempo para ello también.

Lo importante ahora es llegar a Eibar, dejarse de historias y 'batallitas' pasadas y simplemente ganar. Y después, rezar en todas las lenguas vivas y hasta en las muertas, para que ese apenas 2,3% de posibilidades que la estadística otorga al Sporting para salvarse, se imponga sobre el 97,7% que nos envían a Segunda. Un 2,3% es mucho menos que un 97,7%, pero sigue siendo más que cero. No salvarse por no haber ganado en Eibar sería imperdonable. Aún más imperdonabable que muchos de los errores que se han cometido durante toda la temporada y que nos han conducido a esta situación absolutamente crítica, que no definitiva.

No queda otra por tanto que seguir remando, aunque el remar nos lleve a morir en la orilla, como supondría un descenso en la última jornada. Quizás alguien 'de arriba' prefiriera hasta que todo se resolviera en esta jornada, por aquello de que después, en una semana, quizás los ánimos pudieran apaciguarse y muchos socios incluso optaran por quedarse en casa. Mi opinión es que al contrario, la afición llegaría aún mucho más encendida al estadio y que este se llenaría hasta la bandera. Aunque solo fuera por repetir con mayor fuerza e indignación si cabe, el mensaje que pudo ya escucharse en el minuto 5 del último encuentro disputado en nuestro templo deportivo.

Es difícil imaginarse qué puede pasar en estos momentos por la cabeza de los jugadores y del cuerpo técnico. Si de verdad aquellos que dicen que siguen confiando en que el "típico milagro de todos los años" vuelva a repetirse, lo dicen convencidos o simplemente lo dicen porque es lo que saben que la afición quiere escuchar. Habrá de todo, como en la viña del Señor. Lo mismo que siempre hubo quienes defendieron a capa y espada este escudo (y que lo siguen haciendo) y otros que durante un tiempo, se dedicaron más bien a revolver en los despachos 'sugiriendo' un cambio en el banquillo. Lo dijo en su día el desaparecido Nico Rodríguez: "el tiempo pone a cada uno en su sitio". El suyo por lo visto es el ostracismo y ya veremos cuando acabe la temporada, dónde. Que en el Sporting a buen seguro no será. Lo mismo que no será el de algunos jugadores. Solo espero que al menos no lo sea para aquellos citados revoltosos.

Pase lo que pase este domingo, pase lo que pase a final de temporada, en Primera, en Segunda o donde sea, ¡aúpa Sporting!

Post Scriptum: tras anunciar el consejo de administración del Betis la destitución de Víctor Sánchez del Amo, las posibilidades de que Abelardo pudiera ocupar el banquillo verdiblanco aumentan. No le faltarán seguro otras ofertas, como no le faltan a Marcelino, quien se encuentra cerca de fichar por el Valencia.