Cuando se hizo oficial el fichaje de Rubén Baraja como nuevo entrenador del Real Sporting (Sociedad Anónima Deportiva para desgracia de todos los sportinguistas), una de las primeras cosas que dijeron sobre el ex jugador internacional del Valencia, es que se trataba de una persona de carácter serio y en ocasiones incluso reservado. Y eso es algo que ya se ha dejado notar en sus primeras ruedas de prensa y en lo que han coincidido la mayoría de los periodistas: no es Baraja uno de esos entrenadores dado a regalar titulares con facilidad. Justo al contrario de lo que ocurría con el cesado Paco Herrera.

Este domingo, frente a un Tenerife que se encuentra situado un punto por encima de los rojiblancos, tras haber ganado en la última jornada con contundencia en el Heliodoro Rodríguez al Reus, comprobaremos cuáles son los verdaderos titulares de Baraja. Esos que a fin de cuentas son los que en realidad importan al aficionado. Son esos once titulares los que con los oportunos cambios que puedan producirse según el desarrollo del partido, aquellos que pueden conducir al equipo a lograr la victoria. Y no los titulares que uno pueda dejar caer ante los micrófonos.

A pesar del poco tiempo que el nuevo entrenador tenía de cara a preparar el partido contra los tinerfeños y de la indiscutible importancia de éste, no ha escatimado sin embargo a la hora de llamar a jugadores del filial a los entrenamientos. La intención, recurriendo a un ya muy manido juego de palabras era clara: saber con qué cartas puede contar Baraja.

En todo caso, y si nos atenemos a lo que ha dejado entrever en estas pocas sesiones de las que ha dispuesto, más allá de las casi obligadas presencias por lesiones, no parece que el ´Pipo´ vaya a realizar grandes revoluciones. Sería además por su parte hasta un tanto imprudente o arriesgado. Sobre todo si como él y mucha gente opina, el principal problema que tiene actualmente el equipo es de mentalidad. Aunque haya también quienes a esto añadan una cierta desgana o falta de actitud; y tampoco falten los que por si fuera poco, ponen en entredicho la aptitud de algunos jugadores en concreto.

Como sobre esto último muy poco se puede hacer, no queda sino esperar que Baraja sea capaz de servir como revulsivo a la hora de que el equipo cambie el chip y salte al césped de El Molinón al menos con una actitud muy distinta a la que se vio sin ir más lejos en el Miniestadi.

Un estadio el del Sporting, que en un horario por fin algo más coherente, seguro que volverá a presentar una enorme afluencia de seguidores en las gradas. Porque tiene delito el que un equipo no sea capaz de hacer un fortín de un campo en el que partido tras partido, tiene a más de 20 mil almas esperando el más mínimo guiño para llevarle en volandas.

No es además el Tenerife un mal rival para que Baraja pudiera hacer buena aquella teoría que todo el mundo conoce, sobre lo que suele darse cuando llega un entrenador nuevo a un equipo. Si uno se fija en los números de los canarios, caerá pronto en la cuenta de que ellos sí han sabido hacer precisamente de su estadio lo que debería ser El Molinón para el Sporting. No en vano, junto con el Huesca, el Tenerife es el único equipo de la categoría que no conoce la derrota en su feudo. Fuera de casa sin embargo, su rendimiento no es ni de lejos el mismo.

El domingo, en un día que el santoral dedica a San Lázaro, no queda sino confiar en que Baraja se erija como el mesías que consiga hacer resucitar a un Sporting, que ojalá Herrera no haya dejado del todo muerto, sino más bien de parranda. Y que tras un partido, después de muchas semanas (demasiadas), podamos volver a desayunar sin atragantarnos con los titulares. Veremos si para ello a los de Baraja, lo que no se les atraganta es el balón en los pies.

Post Scriptum: ¿cuántos equipos tienen la increíble fortuna de que los entrenadores a los que cesa, renuncian a buena parte, si no a la totalidad del finiquito que les correspondería por contrato? Como para no sacar luego pecho por una cuentas "técnicamente" saneadas.