El Real Sporting estará en el bombo del que se extraerán los emparejamientos que determinarán los octavos de final de la Copa del Rey. El sorteo tendrá lugar el próximo jueves 13 de diciembre a partir de las 16 horas en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas y la Real Federación Española de Fútbol lo ofrecerá en directo a través de su página de Facebook.

Será el equipo sportinguista el único equipo de los dieciséis clasificados que no milite en la autoproclamada como mejor liga del mundo. Detalle éste que por un lado debería servir a 'los de casa' para valorar lo que se ha logrado; pero por otro también para reflexionar a quienes pudieran haber tenido intención real alguna, de hacer de la Copa una competición atractiva para el neutral espectador.

Con la bolita del Sporting, estarán también así las de Valencia, Getafe, Leganés, Espanyol, Girona, Atlético, Sevilla, Real Sociedad, Villarreal, Valladolid, Barcelona, Levante, Real Madrid, Athletic y Betis. A partir de aquí y hasta el sorteo, comenzarán las discusiones sobre si es mejor que toque un equipo con el que asegurar una notable taquilla, o uno con el que ya puestos, poder soñar con un casi histórico pase a cuartos. Porque conjuntar las dos opciones en una sola, parece precisamente algo referido a la pasada Historia (con obligada mayúscula) de este club, cuando aún sin el apellido de SAD, alcanzar unos cuartos de final de la Copa era poco menos que 'salvar la temporada' en lo que a la competición del KO se refería.

Y es que como durante toda esta semana se ha venido recordando en la previa al partido ante el Eibar, el Sporting llevaba toda una década sin alcanzar esos mismos octavos de final que entonces con Manolo Preciado y ahora con José Alberto, se celebran con ese entusiasmo de quien perdió las buenas costumbres de tiempos pretéritos y pluscuamperfectos.

Pero nunca es tarde para revivir viejos laureles; y de eso parece querer encargarse el nuevo entrenador sportinguista, con apenas dos semanas al frente de la primera plantilla. Un míster ante todo elegante con su predecesor, al que en rueda de prensa posterior al partido, agradeció el resultado favorable con el que se llegaba a la cita de este jueves en Ipurúa. Al César lo que es del César y a Baraja también lo que fue suyo.

Claro que el mérito de que el Sporting, con un once totalmente cambiado con respecto al visto en Liga (con tres canteranos, para los más 'puristas`), saltase al siempre complicado estadio del equipo armero, concentrado al máximo en no conceder de forma innecesaria ocasiones de peligro al equipo rival, que pudieran llevar a los locales a meterles de lleno en la eliminatoria, al tiempo que sin renunciar a poder asestar el golpe definitivo, tiene nombre y apellidos: José Alberto López Menéndez.

Porque se sabía que el Eibar saldría como efectivamente hizo: a buscar ese gol que sembrase el nerviosismo en las filas rojiblancas (y de paso en toda su afición). Quizás con lo que no contaba el conjunto vasco era con que este Sporting de José Alberto, ya no es aquel equipo que especulaba con el marcador, sino que de la noche a la mañana como quien dice, y con independencia de los nombres y hombres sobre el césped, se ha transformado en un bloque ambicioso e inconformista.

De este modo, el gol logrado por Álvaro Jiménez (otro de los 'recuperados' para la causa por el míster asturiano), cuando no se había cumplido el primer cuarto de hora del partido, y tras una brillante triangulación por banda izquierda, no hizo sino premiar los méritos del equipo sportinguista. Se ponía así de cara a más no poder la eliminatoria, con el Eibar obligado a marcar cuatro goles a un Dani Martín, quien en Ipurúa volvió a dar muestras de su descomunal nivel. Y es que si por la portería fuese, este Sporting no tendría nada que envidiar a más de la mitad de equipos que militan por Primera.

Así que cuando Pablo Pérez, a cinco minutos del descanso, consiguió el 0-2, ni el más pesimista de los agoreros tuvo la menor duda de que el Sporting estaría en la siguiente ronda. Un pensamiento que no varió en lo más mínimo ni el 1-2 en el minuto 53' y mucho menos el 2-2 ya con la eliminatoria vista para sentencia en el 87'.

Por encima del tema económico que supone para el club esta clasificación, lo que resulta del todo evidente es que en el plano anímico, sirve para refrendar entre la afición sportinguista todavía en mayor medida, esa ilusión que ha supuesto el nombramiento de José Alberto como entrenador del primer equipo, de cara a poder recuperar el terreno perdido en Liga.

Y es que con los pies siempre en el suelo toca de inmediato volver a pensar en esa Liga, donde el Real Sporting y todo el sportinguismo tienen marcado su principal objetivo. Pero ya no único, al contrario que en temporadas anteriores. Al menos mientras haya una Copa con la que brindar. Será justo después de Reyes cuando en El Molinón Enrique Castro 'Quini', se vuelva a saborear el placer de una copa bien servida, entre mordisco y mordisco a esos clásicos bocadillos envueltos en papel de aluminio, con los que los más nostálgicos aficionados identifican la competición copera.

Post Scriptum: sería todo un detalle por parte del club, que como una especie de regalo postrero de Reyes, no se excediese en los precios de las entradas para sus socios, ante un hipotético enfrentamiento frente a un 'grande'. Y ni qué decir de no ser uno de éstos el rival que saliese del bombo en octavos.