El Sporting de José Alberto sigue sin conocer la derrota tras empatar a ceros ante el Elche. Cosecha de este modo su segundo empate consecutivo, después del logrado el jueves en Copa. En liga, tras la destitución de Baraja, el equipo lleva siete puntos de nueve posibles. Teniendo en cuenta que dos partidos fueron a domicilio, son números de equipo candidato a los puestos de honor.

Ha sido por otro lado el primer encuentro con José Alberto en el banquillo, en el que el Sporting se ha quedado sin marcar. La falta de gol, especialmente en los delanteros fichados para este proyecto ‘made in Torrecilla’, es un serio problema con el que tendrá que lidiar el entrenador asturiano de aquí a final de temporada. O al menos hasta el próximo mercado de invierno. De lo contrario, se antoja complicado que pueda mantener por mucho tiempo ese notable porcentaje de puntos logrados.

Lo cierto es que el Sporting bien pudo traerse los tres puntos de tierras ilícitinas, de no haber estado tan desacertado de cara al gol en algunas de las numerosas ocasiones de la que dispuso. En otras, todo hay que decirlo, el mérito hay que adjudicárselo al guardameta del conjunto franjiverde. Como también hay que reconocer el acierto de Mariño (aunque esto no sea ya ninguna novedad), en determinadas acciones que pudieron desequilibrar el partido del lado local. Pero no hubiese sido justo.

Con respecto al último once ‘liguero’, José Alberto introdujo dos novedades: Nacho Méndez y Cristian Salvador. Dos jugadores a los que conoce mejor que nadie tras su paso por el filial. Los damnificados, dos de los fichajes de la presente temporada: Cofie y Lod. El ghanés ni siquiera entró en la convocatoria, mientras que el finlandés, tras su más que aceptable partido en Copa, tuvo que conformarse con ver todo el encuentro desde el banquillo.

Fue la primera parte ante el Elche, probablemente de lo mejor que ha ofrecido el Sporting a sus seguidores en lo que va de temporada. Tan solo se le puede echar en cara la citada negación de cara al gol. Tras el descanso, el partido se igualó y por momentos llegó a volverse completamente loco, con llegadas y ocasiones en ambas porterías, pareciendo casi imposible que ninguno de los dos equipos fuese en alguna de ellas a llevarse el gato al agua, como así fue finalmente.

Por fallar, ambos equipos fallaron un penalti, señalados con apenas cinco minutos de margen el uno del otro. Fue el Sporting el primero en mandar al limbo su pena máxima cuando transcurría el minuto 70, después de que el árbitro sancionase un claro derribo a Blackman en una contra ‘de libro’ por parte del equipo sportinguista. El propio jugador británico, reviviendo viejas escenas que creíamos olvidadas, se pidió para sí el balón como si de un partido de colegio se tratase, cediendo Carmona a sus deseos y sin que desde el banquillo llegase contraorden alguna. Quiso con su zurda ajustar tanto al palo, que la pelota se le escapó fuera, ante la desesperación de ese mismo banquillo y de todos los sportinguistas, empezando por la nutrida representación que se pudo ver este domingo en las gradas del Martínez Valero. Y es que si a ver si de una vez por todas se pone fin a los ‘caprichos’: si hay un lanzador y éste está presente sobre el césped, es él quien debe lanzar. Punto. O dos mejor dicho, que nos pudo costar el error. Ya nunca se sabrá.

Afortunadamente el Elche quiso corresponder como buen anfitrión, fallando también el que se le concedió. En este caso el penalti no pareció ni mucho menos tan claro, aunque la acción, con Cordero como uno de sus protagonistas, pudo haberse evitado. Resultó también curioso que cuando más de un sportinguista se temía que el elegido para lanzarlo fuese Nino, quien tantas veces se ha cruzado (y casi nunca para bien) en el camino del Real Sporting, apareciese otro jugador con nombre de futbolista de dibujos animados, Benja, para devolver con su error la alegría a quienes aún no se habían repuesto de la tristeza por el fallo anterior de Blackman.

Quedaban quince minutos aún por delante para comprobar si Sporting o Elche, Elche o Sporting, serían capaces de romper las tablas en el marcador. Y a fe que ambos lo intentaron. Pudo ser sin ir más lejos Carmona con un ajustado lanzamiento de falta desde un lateral del área, pero que sin embargo supo aguantar y responder bien colocado al primer palo el guardameta local.

Empate en definitiva que puede catalogarse como justo, aunque por número de ocasiones y por ese primer tiempo disputado, quizás pueda tener un cierto regusto de amargor para los sportinguistas. Ante esta sensación de lo que pudo haber sido pero no fue, no queda sino aplicar aquello no por repetido menos cierto, de hacer bueno este punto conseguido a domicilio ganando el próximo partido en casa. Aunque también habrá quien mirando la clasificación, vea cómo la distancia con el playoff se sitúa ahora en siete puntos. Mejor por ello no mirarla y ceñirse a las buenas sensaciones que transmite este equipo, pero sin ocultar ni cerrar los ojos de igual modo a las carencias que presenta. Esa por ejemplo falta de profundidad por las bandas o esa carestía de gol de los que fueron fichados para marcarlos. Y no baratos precisamente.

Antes de la cita del próximo partido el sábado ante el Mallorca, habrá otra el jueves con el sorteo de la Copa. Entre la afición rojiblanca hay división de opiniones. Y hay así quien quiere que al Sporting le toque el Gordo de forma anticipada, con Real Madrid o Barcelona como rival al que medirse, mientras otros prefieren otros con los que poder soñar con una ronda más. Que sea lo que tenga que ser, pero sobre todo que los árboles de la Copa no nos impidan ver el bosque de la Liga.

Post Scriptum: el Sporting estrenó en Elche su tercera equipación. Una indumentaria negra en muestra de honor y respeto al añorado Quini. En las redes, que son las que muchas veces sirven para dictar sentencia, no ha gustado del todo esa aureola de “exclusividad” (que afecta por supuesto al precio) que se la querido dar a estas camisetas y con ello a su venta de cara al público. Y es que es cierto que para una persona tan cercana como fue siempre el Brujo, no casa muy bien ese enfoque. Todo lo contrario, más bien.