Menos de diez mil espectadores fueron los que finalmente acudieron a El Molinón Enrique Castro 'Quini', para presenciar el partido que medía al Real Sporting y al Valencia de Marcelino, correspondiente a la ida de los octavos de final de la Copa del Rey. Pobre entrada para una ocasión tan atractiva a priori. Pero muy entendible cuando se juntan diversos factores como un horario horrible, la decepción tras la derrota ante el Zaragoza o el frío que en los últimos días se respira a la vera del río Piles. Y por supuesto que el club quisiera hacer su agosto justo en plena cuesta de enero. "Doctores tiene la Santa Iglesia", o en este caso el Consejo, para tomar las decisiones que toma, aunque luego falten profesores para realizar traducciones básicas al inglés.

Como era de prever, José Alberto optó por una revolución total y absoluta en el once de partida. Ni uno sólo de los que fueron titulares en la última derrota liguera repitió ante el conjunto valencianista.

El partido empezó con susto para la parroquia rojiblanca apenas había echado el balón a rodar, merced a un regalo de Cofie que el Valencia no supo aprovechar. Sin embargo fue sólo un espejismo, pues muy pronto el Sporting, aun con sus presuntos suplentes sobre el campo, comenzó a poner en evidencia todas las limitaciones que el Valencia lleva ofreciendo en lo que va de campeonato y que tienen a Marcelino en el punto de mira de la afición ché.

Hubo que esperar sin embargo al minuto 33 para que Sousa, en un arrancada magistral por banda izquierda, sirviera al centro del área para que Noblejas, cual delantero centro recién fichado en el mercado invernal, fusilara a placer. El improvisado interior izquierda madrileño, fue a la postre uno de los mejores por parte del cuadro sportinguista.

Con el marcador a favor el Sporting se creció, logrando con ello incluso que el público asistente olvidase la desilusión que está suponiendo esta temporada, y que vitorease con olés las triangulaciones que su equipo ofrecía en el centro del campo ante el desconcierto del rival y el consiguiente enfado de Marcelino.

Y cuando parecía que se iba a llegar con esa ventaja mínima al descanso, llegó el empate valencianista, en la que pasará a la historia del centenario estadio gijonés, como la primera acción que que hubo de ser revisada por el VAR. Una acción que venía precedida por el corte involuntario por parte del árbitro Undiano Mallenco, en una salida clara de balón por parte del Sporting. A partir de ahí no cabe sino reconocer que en esta ocasión el VAR hizo justicia, si no al juego desplegado por ambos contendientes hasta ese momento, sí a esa jugada en concreto.

Volvió quizás por ello enrabietado el Sporting de los vestuarios, volviendo a poner en entredicho la diferente categoría del fútbol profesional en la que militan unos y otros. Mientras los rojiblancos buscaban ese segundo gol que le pusiese de nuevo por delante en el partido, los de Marcelino parecían satisfechos con el empate, a la espera todo lo más de una acción aislada de la que poder sacar petróleo.

Movió ficha José Alberto, dando primero entrada a Traver y al canterano Pedro Díaz, en sustitución de Hernán y Noblejas. Pero fue con el cambio posterior de Blackman por Álvaro Jiménez, con el que el entrenador sportinguista no pudo acertar más de pleno. Y es que fue pisar el césped y rematar en plancha a la red el británico un centro medido de Traver, anticipándose a la mala salida del portero visitante. Corría el minuto 79 y otra vez el Sporting acariciaba con dar la sorpresa en las apuestas previas al encuentro. Y de paso Blackman demostraba que sí sabe rematar de cabeza. Al César lo que es del César.

Con poco más de diez minutos por delante el Valencia se echó adelante, buscando ese empate que por fortuna para los sportinguistas no llegó. Hubiese sido un premio excesivo a la racanería de juego que había ofrecido durante largos periodos del partido. Cierto que los de Marcelino tuvieron sus ocasiones, pero no menos cierto que a todo un equipo de Primera como es el Valencia, hay que exigirle mucho más que eso.

Justa victoria pues la del Sporting, muy celebrada como es lógico por los locales, y que deja la eliminatoria muy abierta de cara al partido de vuelta y a una hipotética clasificación para cuartos de final, que era lo que muchos aficionados rojiblancos hubiesen firmado antes de comenzar el choque. Lo mejor sin duda es el golpe de moral que este triunfo puede suponer para toda la plantilla, de cara ya al próximo choque liguero en Albacete. Que ahí es donde realmente el Sporting se está jugando los verdaderos cuartos.

Post Scriptum: de cara a posibles nuevos fichajes, ¿esperará el director deportivo a las segundas rebajas?