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Mi cromo rojiblanco

La "Motosierra" rojiblanca

Sierra se labró fama de central temible por sus contundentes marcajes Se fue del Sporting con 28 años al no recibir oferta para renovar

La "Motosierra" rojiblanca

"Jugábamos contra la Real Sociedad en El Molinón. Salté con Txiki Beguiristain. Él cayó al suelo y el balón quedó sobre su espalda. Luis apareció y no dudó a la hora de despejar. Su bota pasó a pocos centímetros de la cabeza de Txiki". La anécdota la recuerda Tati, quien complementaba a Luis Sierra como pareja de "tipos duros" en la defensa del Sporting de primeros de la década de los 90. El palentino, protagonista de marcajes tan férreos como impetuosos, hizo de esa contundencia una fama de central temible que le llevó a conectar, como pocos, con la afición. El apodo de "Motosierra" era extendido, pero no alcanzó para que, con 28 años, en su mejor momento, el club le presentara la renovación. Se fue tras defender la camiseta rojiblanca siete temporadas en Primera.

"Era la etapa en la que teníamos arriba a Luis Enrique, Juanele, Manjarín... Eran muy ligeros (de peso) y les cosían a patadas cada vez que jugábamos fuera. Luis (Sierra) y yo éramos los que, en El Molinón, teníamos que reivindicar esa soberanía de estar en nuestra casa. Hacerle saber al rival que estaba en El Molinón. Antes de saltar al campo nos decíamos: 'la primera hostia, la nuestra'", recuerda Donato Alcalde, Tati. Y así crecieron los jóvenes, y así sumaba campañas en Primera un Sporting que tuvo en el palentino la imagen del clásico central al que se le encargaba secar al mejor delantero contrario. Como fuera.

"Butragueño acabó desquiciado, decía que Luis Sierra era un pesado. Era una lapa. No le daba un metro. Y estamos hablando del Butragueño de la etapa que acababa de venir del Mundial de México, un delantero bestial", apunta Iñaki Eraña. Luis Sierra apareció en Gijón en 1986, como refuerzo para un filial en el que también estaba Eraña. "Vino a ser futbolista y lo consiguió. Era duro. Un gran competidor. Al principio parecía un tipo distante, pero en las distancias cortas, un gran chaval", añade Iñaki. Luis Sierra vivió, en su primeros años de rojiblanco, en la residencia El Altillo, en la calle gijonesa de Capua, alojamiento para los jugadores que llegaban al club desde fuera de Asturias. Allí le conoció Tomás Hervás. "Era un tipo duro, pero usaba ropa interior de dibujos animados. Abelardo y Luis Enrique le vacilaban cantándole la canción de los personajes de esa serie", descubre el berciano. "Es muy buena gente y nos ayudó mucho a los jóvenes. Nos arropó, aunque le costaba poner dinero cuando Tino, Felipe Miñambres y otros que estábamos en la residencia hacíamos bote para alquilar una película en el vídeo-club", deja caer Tomás, al que Luis Sierra bautizó con otro nombre. "A mí me llamaba 'Monín'. Me hacía muchas bromas con el pelo. Decía que iba a terminar siendo más calvo que él", concluye, con humor, sobre su excompañero. Luis Sierra vive ahora en Palencia y es profesor, en Valladolid, en el centro de formación de entrenadores Cedefut. Hay quien todavía le recuerda como el académico ya que, tras marcharse del Sporting y fichar por el Mérida, cursó la carrera de Derecho, que aprobó año por año. Sigue muy ligado al fútbol, e incluso llegó a ser seleccionador de Castilla y León. En Gijón no cayó en el olvido. Su imagen decoró el interior del fondo sur de El Molinón, como testigo de que la afición del Sporting no olvida la pasión y entrega de la "Motosierra" rojiblanca.

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