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Adiós al peleón Montes

El carismático futbolista y entrenador del Sporting fallece a los 80 años víctima de un cáncer al que se resistió hasta el último día

Miguel Montes es manteado por sus jugadores en El Molinón tras conseguir la permanencia con el Sporting en la temporada 1996-97. LNE

Hace menos de una semana, Miguel Montes se presentó en la cafetería Korynto para acudir puntual a su habitual tertulia de fútbol y dar muestra de que seguía disputándole el pulso a una enfermedad que había llevado al límite su enérgica filosofía de vida. El que fuera futbolista del Atlántico, Revillagigedo, Hispania, Siero, Sporting, Las Palmas y Oviedo, y entrenador de Gijón Industrial, Avilés, Langreo, Zamora, Palencia, Leonesa, Arosa y Endesa de Ponferrada, además de su amado Sporting, falleció ayer a los 80 años, víctima de un cáncer de próstata al que, como en su etapa deportiva, le presentó pelea hasta el último minuto.

El fútbol asturiano llora a Miguel Ángel Montes Busto (Oviedo, 28 de febrero de 1939). En particular, el Sporting, en el que hizo de todo, en el amplio sentido literal de la palabra. Fue futbolista, entrenador del filial y del primer equipo y también máximo responsable de Mareo y de la secretaría técnica. Un catecismo futbolístico que labró, a su vez, por varios de los clubes de mayor arraigo en la región que han alargado la leyenda de un hombre de temperamento y nobleza a partes iguales. Así le recuerdan los excompañeros y amigos que ayer convirtieron el tanatorio de Cabueñes en testigo del inmenso legado de cariño que ha dejado en el mundo del fútbol y en la sociedad asturiana.

Montes nació en Oviedo el 28 de febrero de 1939 y siendo un niño su familia se trasladó a Gijón, donde pronto comenzó a dar muestra de su habilidad para el fútbol en las filas del equipo de su barrio, el Atlético del Llano. Extremo de pundonor y talento, continuó en el Revillagigedo, Hispania y Siero antes de fichar por el Sporting en 1959. Como rojiblanco, jugó en una primera etapa hasta 1961, cuando tuvo que realizar el servicio militar en Sidi Ifni (Marruecos), tiempo en el que militó en la UD Las Palmas. Regresaría al año siguiente para continuar como rojiblanco hasta 1969. Ha sido el jugador del Sporting que intervino en más partidos en Segunda División, 217. En total, jugó como sportinguista 259 partidos y marcó 68 goles; 224 lo fueron en Liga y 35 en Copa. Entre ellos, el histórico partido de "las tres cruces", en las que el equipo se libró de bajar a Tercera en Mallorca.

Montes completó su etapa como futbolista en el Oviedo, en el que militó durante dos temporadas dando también muestra de un liderazgo y carisma que se convertirían en dos de sus mejores avales para iniciar su carrera en los banquillos una vez tomada la decisión de colgar las botas. Se rodeó de excompañeros en sus años como entrenador del Langreo, compartiendo experiencia con Alonso y teniendo a sus órdenes al que tantas veces fue su aliado dentro del terreno de juego: Lavandera. Ascendió con el Langreo y el Gijón Industrial y no sólo en Asturias fue un técnico valorado. Zamora, donde subió al equipo a Segunda B, Palencia, Leonesa, Arosa y Endesa de Ponferrada dan prueba de que su habilidad trascendió fuera de la región.

La vuelta de Montes al Sporting se produjo en 1984 para tomar las riendas del Sporting Atlético y abrir una etapa que viviría a mediados de los noventa uno de sus puntos más álgidos. Entrenador del Sporting B que conquistó el campeonato en Segunda B en la campaña 1995-96, fue el elegido para sacar de apuros al primer equipo en el final de Liga de la 1996-97, consiguiendo una épica permanencia en Primera que seguirá siempre viva en la memoria del sportinguismo. El paso de los años no le alejó del fútbol, que consumía a diario, con especial atención a la base, junto a otras aficiones como la pesca. Deja viuda a Marta María Durán Arias, con la que tuvo tres hijos: Beatriz, Pablo y Borja.

La capilla ardiente se encuentra en la sala 8 del gijonés tanatorio de Cabueñes. El funeral por su eterno descanso se celebra hoy, a las 17.00 horas, en la iglesia parroquial del Corazón de María. A continuación, sus restos mortales serán incinerados nuevamente en el tanatorio de Cabueñes.

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