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Mi cromo rojiblanco

"La Bala"disparaba descalzo

Ronald Gómez llegó al Sporting en 1996 recomendado por Conejo l "Tiraba sin botas para aprender a colocar bien el pie", explica Floro

"La Bala"disparaba descalzo

La delantera del Sporting tuvo una "Bala" en la temporada 1996-97. Así era apodado Ronald Gómez (Costa Rica, 24-1-1975). El internacional centroamericano fue una apuesta de futuro del conjunto rojiblanco, adonde llegó gracias a la recomendación de un compatriota, Conejo, exguardameta del Albacete y amigo del entonces entrenador de los gijoneses, Benito Floro. Ronald acabó pasando a la historia de su país por haber hecho goles caracterizados por un fuerte golpeo. El mismo que, curiosamente, perfeccionó en Mareo. Floro le hacía rematar descalzo al final de cada entrenamiento para "aprender a colocar bien el pie, sobre todo en el tiro frontal. Tenía una zurda importante". No fue suficiente. A aquel cañón se le resistió El Molinón.

"Nos hacían falta dos delanteros. Yekini se marchaba y Julio (Salinas) estaba a punto de irse. Así llegaron Ronald Gómez y Luna", recuerda Benito Floro. Él sondeó el mercado y, entre varias llamadas, marcó el número de teléfono de Conejo, portero al que había dirigido en el Albacete y que en ese momento se encontraba jugando la Liga en su país natal, Costa Rica. "Me propuso a Ronald. Era un delantero fuerte, explosivo, difícil de marcar y joven. Tenía 21 años", explica el gijonés. El Sporting cerró la contratación con el Alajuelense, club con el que "La Bala", sobrenombre que tenía por su disparo, acababa de hacer 27 tantos.

"Era un chico muy educado, correcto, buen compañero", detalla Floro sobre la personalidad de un chaval que llegó a España acompañado de su esposa. Acababa de casarse, trámite necesario para que su familia política aprobara que se llevara a "la niña" al otro lado del océano. Los medios de comunicación de Costa Rica siguieron de cerca su evolución a la espera de verle hacer "el águila". Y es que Ronald Gómez tenía la costumbre de celebrar todos sus goles abriendo los brazos, simulando a un águila planeando el cielo. No pudo hacerlo, muchas veces, de rojiblanco. Aquella campaña sólo hizo tres goles; dos en Liga y otro en Copa. Hizo tantos como en los dos Mundiales en los que participó (2002 y 2006). Cuando jugaba con Costa Rica era otra historia.

Ronald participó en 21 partidos, de los que sólo jugó 2 como titular. Muchos destacan, sin embargo, un carácter afable a pesar de la falta de minutos y una debilidad: los zumos. En cada comida o concentración del equipo, el costarricense evitaba el agua. Él pedía siempre zumo, costumbre que mantuvo como algo habitual en su país natal. A la temporada siguiente se marchó al Hércules, a Segunda, donde tampoco tuvo mucho protagonismo. Volvió a Centroamérica, relanzando su carrera en Guatemala. Fichó por el Ofi de Creta griego en 1999, donde vivió su mejor experiencia europea, disputando incluso la UEFA. Noventa veces internacional por su país, donde se le considera un futbolista importante, completó su carrera con pasos por Kuwait, Chipre y México antes de volver a Costa Rica para retirarse en 2009.

No aparcó el fútbol. Ronald Gómez inició entonces una carrera como entrenador comenzando en el Carmelita, el primer club en el que jugó en su país. Tras triunfar en los banquillos de Costa Rica probó fortuna en Guatemala, donde actualmente dirige al Deportivo Malacateco. La vida como técnico incluso le permitió reencontrarse con su primer entrenador en Mareo. Benito Floro entrenó al Alajuelense en la campaña 2016-17, el club, curiosamente, del que se trajo a Ronald Gómez para Gijón. "Tiene grandes cualidades para convertirse en un gran entrenador", dice Floro de su discípulo, aquella "Bala" que disparaba descalzo.

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