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Mi cromo rojiblanco

El capricho de Ferrero

El delantero Scotto llegó a Gijón a petición expresa de su compatriota, por aquel entonces secretario técnico del Sporting

Scotto, a la derecha, celebra un gol junto a Juanele, con Iván Iglesias a la izquierda. ARCHIVO

En ocasiones, el fútbol tiene esas cosas propias de la cabezonería del que manda. A veces, la matraca sale bien y el que escoge a tal o cual jugador acierta. En otras, sobre todo cuando no se cuenta con el beneplácito del entrenador de turno, los fichajes no suelen funcionar. Algo así fue lo que ocurrió con Scotto. El argentino, potente, con carácter, fuerte, corpulento y con gol, era el capricho del secretario técnico por aquel entonces, Enzo Ferrero. El extremo, convertido en ojeador y fichador de futbolistas para el equipo que le abrió las puertas de la Liga española, se enamoró de un compatriota. "Lo quería a toda costa", dice Paulino Tuñón, ex directivo de la entidad rojiblanca. La "costa" iban a ser 150 millones de pesetas, unos 900.000 euros actuales, un dineral para 1992.

Scotto estaba en muchas quinielas para recalar en el fútbol italiano. En Argentina lo idolatraban. Las revistas lo colocaban dentro de los mejores 50 futbolistas sudamericanos. Aquel año, el de 1992, nada más y nada menos que Bebeto, Romario y Raí eran los tres primeros. No se podía competir con aquellos.

El Sporting había puesto primero sus ojos en el jugador del Aberdeen escocés Hans Gillhaus, pero no hubo manera de convencer a los intermediarios del neerlandés. Fue entonces cuando Ferrero convenció a Eloy Calvo Capellín para intentar la ofensiva por Scotto. No sería fácil tampoco. El Platense no lo puso nada fácil y el Olimpia de Asunción también quería su parte ya que tenía un porcentaje sobre el futbolista.

"Era un tipo muy alegre y muy gracioso a la hora de entrenar, no se estaba callado ni un minuto", dice su ex compañero en el Sporting Pablo Díaz Stalla, "si al final no funciona el delantero, no funcionan las cosas. Darío no era un goleador, pero tenía calidad", explica Stalla. Y es que, si Ferrero estaba enamorado de su juego, quien no lo estaba mucho era su entrenador, Bert Jacobs. También tuvo mala suerte el argentino con sus compañeros de faena. Le tocó lidiar con el mejor Manjarín y con un Juanele que cada vez que tocaba el balón levantaba a todo El Molinón. Al final, Scotto solo jugó 19 partidos como rojiblanco para anotar seis goles. Celebró tres en El Molinón (los tres en Copa). Le dio el pasé a la quinta ronda al equipo rojiblanco con un doblete al Rayo y su gol dio esperanzas a los gijoneses en los octavos frente al Zaragoza. Aquel año Juanele sería el máximo goleador del Sporting con 7 tantos.

"Era el típico jugón argentino, más mediapunta que delantero y se integró muy bien en la plantilla", cuenta Iván Iglesias, que recuerda cómo el primer día de entrenamiento del Sporting en Holanda, durante la pretemporada 92-93, nada más llegar y sentarse a desayunar el primer día, sin conocer a nadie aún, preguntó por el delantero titular. Todos señalaron a Monchu y Scotto le dijo: "Te vas a hinchar a meter goles conmigo". Para mal del de Luanco, de Bert Jacobs y del Sporting, Monchu no terminó la pretemporada y fue traspasado al Sevilla.

De El Molinón, Scotto decía que "el que no juegue en este campo no vale para esto". Antes de volver a Argentina para jugar junto a Maradona en el Boca Juniors, el delantero tuvo momentos de buen fútbol en su país. Pese a que ya se había ido, su representante Enzo Genoni seguía llamando de vez en cuando a Mareo al gerente, José Julio Carrascosa, para pedirle un dinero del traspaso. Al final todo se arregló. Asunción condonó 38 millones de pesetas. El Sporting asumió un post-pago de otros 30 y Scotto se desligó del club tras jugar solo una de las tres temporadas que había firmado. Entre tanto, el delantero estuvo un mundial sub-19 en Arabia Saudí. Fue internacional en todas las categorías posibles con su país. Debutó en la absoluta contra Australia y su sueño de jugar en el Calcio no se cumplió.

Aquel año Ferrero intentaría además traer al Sporting a otro compatriota, en esta ocasión para el banquillo. Carlos Aimar sonó para sustituir a Carlos García Cuervo. También lo hizo José Manuel Esnal, Mané. Finalmente, García Remon tomaría el mando del equipo para la siguiente temporada, ya sin Scotto en Gijón.

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