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Lastra, el jugador del Sporting que nació con las tres cruces de Ortiz

El gijonés debutó con gol en el histórico torneo de Palma: "Mi suerte es la de ahora, subimos muchos jóvenes porque no había dinero"

José Ramón Lastra

La historia del Sporting tiene entre sus grandes capítulos el de las tres cruces de Ortiz. En aquel verano de 1961 una moneda y la acertada elección del capitán rojiblanco evitaron que el club cayese a Tercera (el equipo había empatado con el Castellón, igualada que continuó en la prórroga y el ganador se decidió lanzando una moneda al aire por tercera vez, tras los efectuados para el saque inicial y el inicio de la prórroga). Ese día también empezó la carrera deportiva de José Ramón Lastra Castro (Gijón, 1-4-1943). Lastra debutó y marcó en el siguiente partido, ante el Sevilla Atlético, el que aseguró la permanencia de los gijoneses. “Aquella perrona de Ortiz y ese gol es uno de mis recuerdos más agradables”, reconoce el gijonés, hoy jubilado de la empresa de fabricación de cables de acero Cables y Eslingas. 

La hemeroteca habla de Lastra como una de las grandes promesas del Sporting durante aquel triunfante y oportuno debut en el Trofeo de Palma, el que decidía si el equipo seguiría o no en Segunda. “Mi suerte entonces es la de ahora, no había mucho dinero y tiraron de los jóvenes. Estuve cinco años en el primer equipo, jugando bastante los dos primeros”, detalla el que fuera extremo derecho rojiblanco, que creció dándole a la pelota en las calles del barrio de Ceares, “donde viví hasta que me casé”, y en las canchas del Colegio Corazón de María, donde estudió.

“Mi primer equipo fue el Racing del Carmen, con el que llegué a disputar el torneo de Los Barrios. Después estuve en el Unión de La Arena, actual Arenal, en el primer año de juvenil. Los siguientes dos años ya fueron en el juvenil del Sporting”, explica Lastra. No recuerda con exactitud quién fue la persona que le ofreció vestirse de rojiblanco. Sí tiene claro que aquello le hizo conocer al que sigue considerando como uno de los mejores futbolistas que ha visto sobre un terreno de juego. “Pocholo era un diablo del fútbol. Tenía una visión y una técnica maravillosa. Era la perfección del fútbol. No digo sólo en el Sporting, hablo a nivel nacional”, asegura. Juntos dieron el salto al primer equipo, con diferente suerte.

La progresión de Lastra se truncó una tarde de 1963, en Santander, ante el Racing. “Llevé un golpe en el tobillo, el médico creía que era un esguince. Tras meses con el pie en alto, terminé operándome en Madrid de una rotura en el astrálago”, concreta sobre una grave lesión que le hizo pasarse más de un año prácticamente en blanco. “Estuve mucho tiempo con José Luis Rubio recuperándome y al final decidieron cederme al Avilés, que disputaba la fase de ascenso a Segunda, pero allí nuevamente me lesioné”, lamenta.

Lastra volvió al Sporting y acabó sentándose con la directiva para estudiar su futuro. “Fue un momento en el que planteé que me subieran el sueldo o me dieran la baja porque con el derecho de retención a los que veníamos del juvenil no nos daban mucho dinero. Acabé marchándome al Langreo, también en Segunda. Allí pasé cuatro años”, comenta. El gijonés había terminado los estudios de Perito y con apenas 27 años cambió el fútbol por la profesión que le mantuvo ocupado “hasta los 65”.

Padre de dos hijos y abuelo de otras tantas nietas, este vecino de la gijonesa calle de Menéndez Pelayo asegura que “es una suerte que el Sporting tenga poco dinero, porque parece que es la manera de que vemos chavales como los de esta temporada”. Lastra tiene fe en que el Sporting de la quinta del cole, con siete gijoneses en el primer equipo por primera vez en veinte años, llegue lejos. “Me encantan Manu García, Pedro Díaz y Gragera. Además se ve que Gallego es un entrenador serio, que sabe lo que tiene entre manos y le saca rendimiento”, subraya. No se atreve con la palabra ascenso, desea que el equipo “siga siendo difícil de ganar” y espera que la suerte acompañe como en aquel verano de 1961.

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