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Las seis operaciones que lastraron a Chus Bravo en el Sporting

El central rojiblanco pensó en tirar la toalla: “Rompí la rótula en un entrenamiento y me planteé la retirada por la mala suerte”

Chus Bravo, junto a dos camisetas que utilizó como jugador del Sporting Juan Plaza

A Chus Bravo le tocó la cara y la cruz del fútbol. El sueño de niño de jugar en el Sporting, en el equipo de su ciudad, lo pudo cumplir. “No exagero si digo que debutar en el Sporting es cumplir una meta en la vida”, reconoce el que fuera central a principios del siglo. Pero tuvo que pagar un peaje. Hasta en seis ocasiones tuvo que pasar por el quirófano. “La última de ellas, en 2005, me rompí la rótula en un entrenamiento, tras un choque con Enguix, me desanimé mucho por la mala suerte que tenía, y me planteé la retirada”, confiesa Chus Bravo.

Con Cantatore, en noviembre del año 2000, estuvo a punto de debutar ante el Albacete, en un momento en el que tenían los rojiblancos dos partidos seguidos fuera de casa. “Me lesioné justo antes del partido, me rompí el aductor y tuve que operarme”, recuerda. Pero tuvo una nueva oportunidad justo la temporada siguiente, en un partido muy especial. “Mi debut en el primer equipo fue en los últimos minutos de la victoria por 4-2 ante el Oviedo en Copa del Rey. Lo disfruté mucho, cuenta.

Ahí, en 2001, inició una trayectoria en el primer equipo, hasta que salió en 2008 tras el ascenso a Primera. Pero en ese periodo sufrió otras cinco lesiones que le hicieron estar en el dique seco. En su primer año en el primer equipo se operó del pubis y del menisco. En el curso 2003-2004 la rótula, y de nuevo tuvo que afrontar la intervención en la rótula en el curso 2005-2006, momento en el que llegó a plantearse dejar el fútbol.

Vecino de La Camocha, su carrera futbolística la inició en el Estudiantes, hasta que “El Negro” le fichó para el Sporting. Solo salió un curso cedido al Langreo en juveniles. En el Sporting llegó a ser capitán. Aunque le tocó afrontar una situación difícil en 2005, justo con el centenario. “Hubo muchos problemas económicos, era el momento de arrimar todos el hombro y dar la cara por el club y la ciudad. Fue muy dramático, aquel momento de la ley concursal, con problemas de impagos, pero la gente de casa lo sacamos adelante”, explica. Y en esa línea transmite también su satisfacción por el momento actual, con el papel de la cantera: “Saben lo que es el vestuario y lo que quiere la gente de Gijón”.

Un recuerdo que no se borra de su mente fue la sensación que vivió con el conocido “Espíritu del Numancia”, en el curso 2003-2004. “Fue el punto de inflexión. Nos medíamos al líder y nos quedamos con diez jugadores al poco de empezar. Había solo 12.000 espectadores, pero parecía que iba a caerse El Molinón abajo. Y desde ahí se enganchó la afición”, subraya.

La última temporada en Gijón la pasó sin jugar ni un solo minuto. De ahí pasó al Mérida, Cultural Leonesa y Caudal, hasta que inició una nueva etapa en el Avilés como responsable de la cantera y en el mundo empresarial dedicándose al a cursos de formación, protección de datos y marketing online.

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