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Novoa entró a lo grande en el Sporting

De jugador marcó en su debut en Copa y Liga, mientras que en su estreno como técnico logró siete victorias seguidas | “El Sporting es mi vida, llegué siendo un niño y me fui con nietos”, cuenta

José Manuel Díaz Novoa, en el Puerto Deportivo de Gijón. | Juan Plaza

José Manuel Díaz Novoa se pasó más de media vida en el Sporting. Llegó como jugador en el año 1960 y se fue desde el banquillo en 1998. En medio tuvo una etapa mágica como entrenador, en la época dorada, y otro momento muy especial, como director técnico de Mareo, cuando se lanzó la escuela de fútbol rojiblanca. Esa etapa fue la que quizás más le emocionó. A sus 76 años sigue muy atento de la actualidad de su Sporting, disfrutando de nietos, y observando como la irrupción de David Gallego, con un gran inicio, desempolvó su majestuosa puesta en competición de los rojiblancos hace más de 40 años.

Novoa fue el técnico que se estrenó como nadie en el banquillo del Sporting, con siete triunfos seguidos en la campaña 1979-1980. La marca de Gallego se quedó en cuatro, y sin ningún gol en contra este curso. Eso sí, en Segunda. Pero dejando la misma sensación de ilusión que cuando debutó Novoa, un técnico, de Gijón, que ya había cumplido antes su sueño. “Para un gijonés es lo máximo jugar en el Sporting, y en mi caso fue soñado ese día, porque marqué gol”, rememora.

Novoa, “un interior de perfil ofensivo, con visión de juego y trabajo, y que a veces jugaba de delantero”, como se define a él mismo, jugaba en el Atlantic, con Montes y Alonso, hasta que el Sporting le requirió para el juvenil. Y esa misma temporada ya le llamaron Amadeo Sánchez y Jesús Barrio para entrenar. “Me impactó entrar en aquel vestuario, con Altisent, Medina o Biempica”, destaca. “Luego me fui cedido al Siero, volví, y debuté en Copa ante el Valladolid y marqué”, añade.

En Liga repitió la misma jugada, ya que en su estreno le hizo un tanto a Osasuna. Disfrutó de su etapa, pero también se quedó con el sabor agridulce de no haber jugado más. “De aquella no se rotaba como ahora, estaban Puente y Eraña fijos en el centro del campo”, detalla. En esa década de los setenta se quedó con la espina de no subir con el Sporting, algo que sí logró después en el Celta de Vigo.

Su carrera futbolística concluyó en el Avilés, donde una lesión del talón de alquiles le cortó su carrera. Pero no su vinculación al fútbol, porque Nova rápidamente se sacó el título de entrenador y aterrizó en el Sporting para ascender de Preferente a Tercera al filial, y de ahí a Segunda B, mientras compaginaba la labor de segundo entrenador con Miera. “En 1979 Vega-Arango me dio la oportunidad para coger el banquillo, ganamos siete partidos seguidos, pero no se veía como algo excepcional, teníamos la exigencia de ganar a cualquiera y jugar bien. Cuando empatamos en Almería la octava jornada el disgusto fue enorme”, comenta.

Novoa vio además como el Sporting perdía una final de Copa del Rey en Valladolid ante el Madrid. “Tuvimos menos descanso que ellos, y la mala suerte de llegar a dos finales y que nos tocase el Barcelona y el Madrid. No teníamos el mismo fondo de armario que ellos. Aquella generación se merecía un título”, subraya.

“Haber llegado al primer equipo del Sporting, para jugar y para entrenar, es un sueño hecho realidad, pero me quedo con el filial, y contribuir a formar jugadores. Cuando se abrió Mareo trazamos una línea que se mantiene. Se han mejorado muchas cosas, pero estoy contento de que esa base que plantamos ha dado sus frutos y aún los sigue dando”, apunta Novoa.

En 1988, tras cuatro temporadas seguidas en el banquillo, dejó Gijón y puso rumbo a Vigo para dirigir al Celta. “Ya estaba muy visto y venía bien una renovación y cambio de aires”, analiza. Pero aún volvió en 1995, tras la promoción ante el Lleida y en 1998. “Me cogieron para ser director deportivo, pero no fue posible sacar al equipo del pozo en un mal año, y ya decidí dejarlo”, comenta. “Llegó la hora de descansar, disfruté mucho, pero tenía claro que no iba a morir en un banquillo”, añade.

Lo que ha no perdido es su pasión por el fútbol y por el Sporting. En primer lugar, alaba el trabajo de David Gallego. “Está efectuando muy bien esa entrada de chavales jóvenes con la pérdida de protagonismo de veteranos, que no es algo fácil”, indica. “Me gusta que está aplicando el sentido común, y con sencillez y naturalidad está haciendo un buen trabajo, veremos hasta dónde llega el equipo”, subraya antes de pronunciarse sobre un posible ascenso: “Estará muy difícil subir directamente, la promoción sí que se podrá pelear, pero tengo claro que no se puede cargar al equipo con esa responsabilidad de tener que subir”.

Novoa, al que le tocó dirigir en la época dorada a muchos jóvenes de Mareo, también disfruta ahora con “la quinta del cole”: “Son de Gijón y sienten el equipo que vieron desde pequeños. Me gustaría verlos con público en la grada, que es exigente, y les obligaría a esforzarse aún más, y les ayudaría a completar su formación”.

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