En la noche del domingo se enfrentaban en El Molinón Enrique Castro ‘Quini’, el Real Sporting y el Málaga. Los de David Gallego uno de los mejores equipos locales de la categoría y los únicos invictos en su feudo, mientras que por su parte, los de Sergio Pellicer, uno de los mejores conjuntos a domicilio, con nada menos que seis de las ocho victorias logradas en el campeonato, cosechadas lejos de La Rosaleda.

 Mientras que David Gallego mantenía gran parte de su bloque que puede considerarse como titular, Sergio Pellicer ofrecía una pequeña revolución en su once inicial, motivada por diversas circunstancias.

 Salió el cuadro malacitano, vestido de amarillo, mucho más entonado al partido, sumando su primera ocasión prácticamente en la primera acción tras ponerse el balón en juego. Por su parte el Sporting tardó casi cinco minutos en lograr acercarse a la portería de un ex canterano de la casa, Dani Barrio.

 Transcurrido el primer cuarto de hora, parecía claro que el Málaga tenía en su punto de mira esa banda izquierda del Sporting, probablemente la menos sólida a nivel defensivo de los rojiblancos. Por ella, Joaquín Muñoz una y otra vez hacía gala de su buena punta de velocidad. El Sporting continuaba a verlas venir, con Uros, el máximo goleador de la categoría, sin entrar apenas en contacto con el balón, motivado a su vez porque tampoco Manu lograba conectar con sus compañeros de medular.

 Se cumplía justo el minuto 19 cuando un zurdazo espectacular de Rahmani desde fuera del área, que buscaba la escuadra izquierda de la portería, se encontró con una aún más portentosa intervención de Diego Mariño, quien a mano cambiada, logró desviar a saque de esquina. El Málaga seguía avisando que no había llegado a Gijón a conformarse con un mero empate.

 Una inusual irrupción de Babin desde el centro del campo, con Uros llevándose consigo a su central, permitió al francés servir a Manu, quien con el exterior, no supo definir con contundencia, permitiendo la fácil intervención de Dani Barrio. El Sporting al menos daba sus primeras señales de vida en ataque, con Uros apareciendo ya con mayor continuidad.

 Poco a poco así el Sporting lograba equilibrar la posesión del balón y lo más importante: aumentar su presencia en ataque. Se cumplía le media hora de juego y el equipo sportinguista por fin parecía imponer su clásico ritmo de juego pausado, con chispazos puntuales, que tan buenos resultados le ha proporcionado.

 Una peinada de Caye Quintana buscando prologar en el primer palo a la salida de un córner, a punto estuvo de suponerle un disgusto al Sporting y a un Diego Mariño, que se vio completamente superado. El Málaga volvía a dar serios avisos en ataque, como el que acto seguido vino de una indecisión de Gragera, que casi sorprende de nuevo a Mariño.

 El Sporting casi que pedía a gritos llegar cuanto antes del descanso, después de un primer tiempo en el que por méritos, el Málaga mereció mejor suerte. Pero como siempre, al final en esto del fútbol lo que cuentan son los goles. Quedaría para la esperanza de la parroquia rojiblanca toda una segunda parte, para comprobar si se cumplía aquello de que quien perdona lo acaba pagando. Pero las sensaciones tras los primeros cuarenta y cinco minutos, no eran en absoluto positivas, con una primera parte muy pobre por parte del Sporting, al que quizás le faltó más músculo en el centro del campo.

 Sin cambios en ninguno de los equipos, se reanudó el partido. Y cuando no habían transcurrido ni tres minutos, una gran acción de Guille Rosas por su banda, lo culminó el guaje con una asistencia quirúrgica para que quién sino Uros, empujase a placer. Uno a cero para el Sporting en la primera verdadera ocasión de la que los sportinguistas habían disfrutado. Efectividad máxima.

 Le pudo durar muy poco la alegría al Sporting, de no volver a aparecer San Mariño, bien colocado, tras un disparo dentro del área casi a placer de Jozabed.

 En el minuto 58 David Gallego realizó su primer cambio, retirando a Pedro Díaz para dar entrada a Javi Fuego. Resultó curioso ver cómo el entrenador catalán se dirigió al canterano, quien se retiraba algo molesto por el cambio, para darle explicaciones sobre el motivo de su sustitución. O al menos esa fue la sensación que dio.

 Con el marcador a favor pero con el partido abierto a más no poder, el Sporting dejaba transcurrir los minutos, a la espera de que del mismo modo que había llegado el tanto de Uros, pudiera llegar otra acción en la que sentenciar el partido. Los andaluces además, daban la impresión de que a medida que pasaba el tiempo, iban perdiendo fuelle.

 Pero como en cualquier partido donde la diferencia es mínima en el marcador, una jugada tonta lo puede cambiar todo, en el minuto 75 todas las alarmas saltaron cuando el colegiado castellano-leonés De La Fuente Ramos, señaló penalti por unas supuestas manos de Babin. El proprio central sportinguista le indicó de forma inmediata al colegiado que acudiera al VAR, cosa que el árbitro hizo a requerimiento de la sala de videoarbitraje. Y es que la jugada no dejaba lugar a la duda: no había mano sino pechamen del musculoso central de Martinica. De La Fuente Ramos no pudo sino aceptar su error y dar marcha atrás en su decisión inicial, para alivio de los sportinguistas.

 De forma inmediata David Gallego realizó un doble cambio, yéndose Manu y Cumic a los vestuarios (los dos jugadores bastante flojos), y entrando en su lugar Nacho Méndez y Aitor. Cambio de cromos, como quien dice.

 Los últimos diez minutos del partidos supusieron el ya clásico sufrimiento para los corazones sportinguistas, donde partidos plácidos como el de la última goleada en Logroño, son la excepción que confirma la regla. Pero bienvenidos sean todos los sudores y suplicios, cuando al final los tres puntos acaban quedándose en casa. Y más en partidos donde probablemente la fortuna, o quién sabe si el Antroxu, se pone de tu parte.

 Los últimos dos cambios del Sporting, ya en tiempo de descuento, con la entrada de un reaparecido Borja (extraña su suplencia de buenas a primeras) y de Cristian, por Gaspar y del killer Uros, no fueron sino la última llamada del entrenador catalán para defender con uñas y dientes lo conseguido en un día de San Valentín, donde si el Sporting no enamoró por juego, sí que lo consiguió por su efectividad.

 Con esta octava victoria en El Molinón, duodécima de la temporada, el Sporting alcanza la friolera de 43 puntos, asentándose aún más en esos preciados puestos de playoff y quedando “únicamente” a seis puntos del segundo clasificado, el Espanyol, a quien los de David Gallego habrán de visitar después del próximo partido a disputarse el sábado, en Albacete. Por soñar, que no quede.

  

Post Scriptum: en estos días donde más de un enamorado aficionado sportinguista, no sólo de su club sino también de su pareja, buscaba en la boutique un regalo con el que demostrar su amor, las redes sociales volvían a hacerse eco de la escasísima oferta de productos que ofrece la tienda del club, nada que ver con la que existía cuando eran otras las firmas que vestían al Real Sporting. Lo de las camisetas no es sino la punta del iceberg.