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La crónica del partido: Mackay ralentiza al Sporting

El portero del Sabadell, que no pudo hacer nada ante el vigésimo gol de Djuka, evita la victoria rojiblanca con un puñado de paradas de mérito

Heber encara a Marc Valiente y Javi Fuego, perseguido por Saúl LOF

Mackay, un portero con mil batallas en los guantes, ralentizó la marcha del Sporting hacia la cumbre de Segunda División. No pudo evitar el vigésimo gol –otro golazo– de Djuka, pero negó el de la victoria con dos paradas formidables al “pichichi”, más otras a Pedro Díaz, Campuzano, Pablo García e incluso Aitor, que tuvo la última cuando ya no quedaba tiempo para nada. Mal presagio para los dos próximos partidos sin el serbio-montenegrino y sin Manu García, el desatascador del ataque rojiblanco. Otro gallego, Iglesias Villanueva, con Milla Alvendiz como pareja artística en el VAR, había empinado la cuesta al Sporting con un penalti “hogareño” que Mariño estuvo a punto de parar. El empate fue poca renta para el equipo de David Gallego, pero suma para el objetivo más realista de la temporada, que es el “play-off”.

Por encima de otras consideraciones, el partido deja una enseñanza para el Sporting: para aspirar a algo importante es mejor ir a por la victoria desde un principio que reaccionar a cualquier eventualidad, como ocurrió con el gol del Sabadell. El cambio de actitud de los rojiblancos a partir del 1-0 fue evidente. De inmediato dejaron de sobar el balón en zonas poco comprometidas y encajonaron en su campo al Sabadell, que mostró todos los defectos que se le suponen a un equipo en su situación: es un flan en defensa y produce poco en ataque. Sin Mackay, hubiese dado otro paso de gigante hacia el descenso.

Todo iba más o menos como en cualquier otro partido del Sporting, que imponía un control sin riesgos, cuando llegó una de esas jugadas que obligan a perder la fe en el VAR. Heber se llevó un balón ante Saúl que, ya en el área, aparentemente barrió al jugador del Sabadell. El encargado del VAR tuvo que ver a la fuerza que era Heber el que buscaba el contacto con el pie del lateral rojiblanco. Incluso, rebobinando al inicio de la jugada, se aprecia cómo el balón toca el brazo del arlequinado cuando está en el suelo. Era de imaginar que, existiendo el contacto, Milla Alvendiz no iba a desautorizar a su compañero. Pero lo de la mano previa, hasta que se ejecute el cambio de reglamento para la próxima temporada, era de libro.

Mariño estuvo a punto de corregir el doble error arbitral, pero no llegó a tiempo de rechazar el lanzamiento de Stoichkov. Antes, en el minuto 17, el Sporting había rondado el 0-1 en una jugada aislada, tras un gran pase de Manu García a Djuka, que picó el balón sobre la salida de Mackay, pero sin dirigirlo entre los tres palos. Obligado por el resultado, el equipo rojiblanco hizo lo que se le supone a un equipo en su situación en la tabla: asumió el mando, metió una marcha más a la circulación del balón y miró hacia la portería contraria. Sin gran producción ofensiva hasta el descanso porque el juego se paró cada dos por tres. Incluso para el cambio obligado de Saúl, que sufrió una lesión muscular. El intermedio sirvió para que el Sporting diese la última vuelta de tuerca en busca de la remontada.

Puso las bases muy pronto, en una de esas jugadas que delatan el estado de gracia de un goleador. Una falta en el centro del campo fue fácilmente contrarrestada por el Sabadell, pero el balón quedó botando al borde del área. Ahí apareció Djuka para, en un arrebato de los suyos, lanzar un zurriagazo que se coló junto al poste derecho de Mackay, en lo que sería la única rendición del guardameta gallego. Aquella fue la señal para la crecida sportinguista y, en la misma medida, para que el Sabadell tomase conciencia de su inferioridad. En los diez minutos siguientes, los de Antonio Hidalgo estuvieron “groggy”. La batería de jugones rojiblancos conectaron con facilidad y fabricaron hasta cuatro claras ocasiones de gol, casi todas salvadas por Mackay. Le ayudó Óscar Rubio en la primera, al evitar el remate franco de Campuzano tras un pase de la muerte de Pablo García. La siguiente, un minuto después, tuvo un poco de todo. Primero Campuzano dejó a Djuka mano a mano con Mackay.

Tras el rechace del portero, Djurdjevic le devolvió la asistencia al delantero catalán, al que le pasó el balón por debajo de la bota cuando ya se cantaba el gol. Y, en una especie de sesión continua de ataque sportinguista, otra oportunidad doble: Nacho Méndez dejó al borde del área para Pedro Díaz, que conectó su cañón, Mackay rechazó como pudo a su derecha y por allí apareció Pablo García, que envió un remate raso y cruzado, que Mackay envió a córner con la punta de los guantes. Parecía que la victoria del Sporting caería por su propio peso, pero a partir de ahí el partido entró en punto muerto. En parte porque Antonio Hidalgo renovó a su equipo y también porque al Sporting le costó encontrar a Manu García en la maraña del centro del campo. El partido se igualó tanto que incluso el Sabadell se animó a probar a Mariño. Lo hizo Heber un minuto antes de ser sustituido, aunque la ocasión más clara de los locales llegó en un cabezazo cruzado de Edgar, a centro del chisposo Pierre. Quizá consciente de que había pasado su oportunidad, el Sporting decayó. Ni siquiera los cambios, Pablo García aparte, le dieron la chispa perdida. Hasta que, ya en inicio del añadido, Manu García volvió a sacar su periscopio para meterle un pase de lujo a Aitor García. El onubense llegó por su zona preferida, la izquierda, y tuvo tiempo para ajustar el remate, pero tiró al muñeco, a Mackay, un señor portero.

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