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Así se vivió el partido dentro de El Molinón: Aplausos pese a todo

“Vivimos sensaciones increíbles, a pesar de la derrota”, aseguran los 4.500 aficionados que entraron a El Molinón

Público asistente al partido ayer, en la grada de El Molinón. Juan Plaza

“Me quedo con El Molinón en pie aplaudiendo a todo el equipo al finalizar el partido”. Ese fue, para Darío Allegue, el momento más emotivo de su vuelta al estadio, casi quinientos días después. Aunque fuera con una derrota que apea al Sporting de la lucha por el ascenso.

Arriba, Darío Allegue, Diego Vallina y Carlos Tamargo. Juan Plaza

“Vivimos sensaciones increíbles, pese a la derrota, que nos hacen ver el futuro con esperanza de una vuelta a la normalidad”, aseguraba Miguel Ruiz tras el partido, uno de los 4.500 aficionados que entraron al campo. “Fue un momento muy emocionante, casi como volver a entrar por primera vez”, valoraba Diego Vallina, nervioso en su vuelta a El Molinón como el gijonés Carlos Tamargo, recién llegado de Pamplona. “El final es triste, porque llevábamos muchas jornadas aguantando, pero te vas orgulloso”, zanjó.

Lora, como un aficionado más en la grada de El Molinón Juan Plaza

El Molinón despidió a sus jugadores con una sonora ovación y con cánticos de apoyo a Mariño tras su error en el primer gol. Tras el pitido final, todos sus compañeros, incluido David Gallego, fueron a consolarle. El vigués, roto y desconsolado, no podía parar de llorar. Ni siquiera con los ánimos del árbitro Prieto Iglesias o de su exentrenador Rubi. Babin y Borja López fueron otros de los que no pudieron contener las lágrimas. Una ovación se llevó al saltar al campo Carmona, en su último partido como sportinguista. Y palmas también para Djuka, que se fue el último del césped tras despedirse de la afición con unos gestos que suenan a despedida. La grada se llevó la única alegría del partido con el gol del Lugo al Rayo, muy celebrado y que ponía las cosas de cara al Sporting para lograr meterse en play-off.

Pedro y Éric Menéndez, antes de entrar al campo Juan Plaza

Un círculo que no pudieron cerrar Pedro y Éric Menéndez, padre e hijo de Vitoria que se hicieron socios tras el último ascenso y que confiaban en volver hoy a celebrar un triunfo que dejara al Sporting con vida. “Venimos a todos los partidos”, explicaban los vascos, “aunque lleguemos a casa de madrugada”. Un viaje que ayer fue en vano.

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