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Lo que el ojo no ve

El bisturí del Sporting: el "efecto" Abelardo en su vuelta a casa, El Molinón vuelve a apretar los dientes o los nervios de Fernández en el palco

En su regreso como técnico a El Molinón, lideró al Sporting desde el banquillo y espoleó a la grada

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El "efecto" Abelardo

El “efecto Abelardo” fue inmediato en su regreso a El Molinón como entrenador del Sporting. Más de cinco años después, el Pitu volvió a casa y trasmitió esa energía y ganas que contagiaron al equipo y a la grada. No pasan los años por Abelardo y demostró ser el de siempre, con un punto de madurez: un líder que se desgañitó haciendo continuas correcciones, fue vehemente cuando tocaba para protestar alguna que otra falta que pasó por alto el colegiado, tiró de la afición e hizo varios gestos, especialmente en los momentos finales de máxima angustia, para que los seguidores continuaran espoleando al equipo, y sacudió su sistema siendo un preparador intervencionista para ganarle la partida a Míchel. Abelardo situó de mano a Villalba recuperando el 4-2-3-1, después a Rivera por el valenciano para hacer una línea de tres centrocampistas, pasó a Pablo Pérez sobre el costado diestro para que Cuéllar lo buscase para ganar las disputas aéreas y tuvo cintura para meter a Nacho Méndez al solicitar Pedro el cambio cuando iba a entrar Campuzano, que se quedó sin jugar.

Abelardo devolvió la unión entre la grada y el equipo y fue junto con Djuka un líder necesario. ¿Su celebración de la victoria? Con modestia. Le dio la mano a jugadores, colegiados y se fue rápido al túnel de vestuarios para dejar la gloria a los demás. Su Sporting acabó con siete asturianos.

La intrahistoria de la celebración de Gragera: un gol cocinado por Tomás Hervás

José Gragera llevaba un tiempo sin pasarlo muy bien, apartado de las titularidades primero por Gallego y después por Martí, pero Abelardo le ha recuperado para la causa. Y ayer el canterano despachó uno de sus mejores partidos y fue el único de todos los centrocampistas que completó el encuentro. El gijonés fue el referente de todas las acciones de estrategia ofensiva, uno de los grandes argumentos del Sporting ayer. Marcó el 1-0 con un soberbio cabezazo al imponerse a Juncá y aprovechar un córner medido de Pedro. Gragera, que ayer cumplió años (ya van 22) se fue a celebrarlo eufórico al banquillo y le estrechó la mano a Tomás Hervás, cabeza visible de la estrategia. En el segundo tiempo rozó con la cabeza otro córner que apunto estuvo en acabar en gol de Djuka al rematar la prolongación al segundo palo.

La paliza de Jordi Pola

Jordi Pola estuvo a nada de debutar con el equipo de Abelardo en los últimos instantes de la victoria contra el Girona y acabó siendo titular en la derrota del Sporting B en Langreo contra el Lealtad. El Pitu mandó al central a calentar en los últimos minutos del partido. Finalmente, Abelardo agotó los cinco cambios un minuto antes de concluir el encuentro y ninguno fue Jordi Pola. Y en ese momento, sin saber cómo quedaba el primer equipo, Pola se retiró del campo y encaró el túnel de vestuarios corriendo para poder llegar a tiempo al Nuevo Ganzábal. Iba con el tiempo justo porque el encuentro del filial comenzó a las 19.15 horas.

A Pola le esperó Manolo Sánchez afuera del estadio, a la altura de las taquillas. Juntos tomaron la Autovía Minera. El defensa llegó bien de tiempo y pudo hacer el calentamiento.

Los nervios de Javier Fernández en el palco

Javier Fernández vivió la victoria contra el Girona con muchísimo sufrimiento. Consciente de que la situación era extrema, el máximo mandatario del Sporting sufrió y mucho en el palco durante todo el encuentro. Apenas estuvo quieto sobre su asiento; a veces se apoyaba sobre la valla; y en otras ocasiones calmaba esa adrenalina bebiendo agua de una pequeña botella. Respaldado por Javier Martínez y Joaquín Alonso, evidenció con gestos esa tensión, especialmente en los minutos finales. Fue el primero en salir. Algunos presentes le dieron la mano.

Los galones de Borja y la euforia de los no convocados

Ganaba el Sporting 2-1 al término de la primera parte, y Borja López vio que Pulido Santana añadía otros seis minutos de descuento. El central gijonés se fue directo a protestar al colegiado, insistente. La protesta no cambió la decisión del árbitro, pero la jugada sirvió para que el colegiado perdiera unos segundos de vista a Cuéllar, que aprovechó para arañar un poco de tiempo. Abelardo le ha dado galones a Borja, que echó un sprint para darle el brazalete a Pablo Pérez cuando éste entró al campo. Otro gesto de unidad. Como el sufrimiento de los lesionados, no convocados, fisios y demás empleados en los últimos minutos. Todos vivieron el final de pie, en uno de los banquillos anexos.

La euforia final de los ausentes (Calavera, Valiente...) fue la muestra de la importancia de un triunfo vital por todos.

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