Huelva, Agencias

Juan José Cortés, el padre de la pequeña Mari Luz, es un hombre destrozado por el dolor que ha sabido en cambio dar toda una lección de entereza y de calma ante un suceso que, como él mismo asegura, le ha cambiado la vida para siempre.

Gitano y pastor evangelista, Juan José ha demostrado a lo largo del penoso proceso, que se inició con la desaparición de su pequeña de 5 años y que finalizó con el hallazgo de su cadáver y la posterior detención de Santiago del Valle como presunto responsable, que la venganza y el deseo de revancha no entran dentro de sus sentimientos.

Toda España pudo ver a la barriada de El Torrejón echada a la calle el día en que el detenido por la muerte de la niña llegaba a los juzgados de Huelva, pero el padre de Mari Luz siempre ha pedido calma a todos los que se sienten indignados por la desaparición de la niña.

Un ejemplo de serenidad muy lejos del tradicional duelo gitano. Frialdad y confianza en que los culpables recibirán su merecido en lugar de ansias de venganza. El «ojo por ojo» no va con Juan José Cortés, pero este pastor evangelista espera que la ley caiga con todo su peso sobre los responsables de tan atroz delito.

Y más cuando se ha sabido que una cadena de errores judiciales ocasionó que el asesino de la niña permaneciera en libertad después de abusar sexualmente de varias niñas.

Juan José Cortés volvió a dar muestra ayer de una serenidad que, según dicen, sorprende hasta a su propia familia. A pesar de que el padre de la niña aseguró estar dispuesto a llegar hasta el Tribunal de Estrasburgo para que «se depuren todas las responsabilidades por los errores judiciales», también indicó que sigue «confiando en la fuerza del Estado y, como ciudadano español, en las palabras del presidente del Gobierno, ya que estamos en un Estado de derecho».

Un hombre de una fe inquebrantable en Dios y en que al final cada uno tendrá su merecido.