Ignacio PULIDO

Los pasajeros del vuelo de Air France entre París y la terminal de Santiago del Monte recibieron las primeras noticias del accidente aéreo apenas pusieron pie en la pista asturiana en torno a las tres menos veinticinco de la tarde de ayer. En el parisino aeropuerto de Charles de Gaulle, el mismo en el que debía aterrizar el vuelo AF447 que cayó al mar, reinaba una absoluta calma por la mañana, según manifestaron algunos pasajeros consultados.

Nada que ver con las escenas que se desarrollarían más tarde, al conocerse el alcance de la tragedia. En todo momento, los pasajeros con destino a Asturias permanecieron ajenos a la desaparición del Airbus 330 entre Río de Janeiro y la capital gala.

Una de ellas, la ovetense Rosa Martínez, al igual que el resto del pasaje, se mostraba sorprendida a primera horas de la tarde por el trágico suceso acaecido en aguas del Atlántico.

Recién llegada de París, Martínez había cubierto, casi a la misma hora, un vuelo de similar naturaleza al del avión desaparecido. «He volado desde Filadelfia hasta París. En el aeropuerto Charles de Gaulle no sucedía nada fuera de la normalidad. Nadie nos comunicó la noticia, acabamos de recibirla ahora», señalaba sin de dejar de mostrar su sorpresa por los hechos.