Madrid, Agencias

Tres sargentos, un cabo y un soldado de edades comprendidas entre los 25 y los 44 años perdieron la vida ayer en el campo de maniobras de Hoyo de Manzanares mientras desactivaban un artefacto explosivo dentro de un ejercicio de preparación para su próxima misión en el Líbano. La detonación hirió, además, a tres infantes de Marina. Dos de ellos, en estado grave, fueron ingresados e intervenidos de urgencia en el Hospital Gómez Ulla. El otro sufrió heridas leves y fue trasladado al centro Puerta de Hierro.

Las víctimas mortales son el sargento primero Sergio Valdepeñas Martín Buitrago, el sargento Mario Hernández Mateo y el cabo Miguel Ángel Díaz Ruiz, de la Brigada Acorazada XII del Ejército de Tierra; así como el sargento primero Víctor Manuel Zamora Letelier y el cabo primero Javier Muñoz Gómez, de la Brigada de Infantería de Marina XIII de Armada. Los cinco militares, entre 25 y 44 años, estaban realizando un ejercicio de instrucción en la Academia de Ingenieros de Hoyo de Manzanares.

La práctica consistía en desactivar explosivos, puesto que uno de sus cometidos en Líbano iba a ser retirar los artefactos de una zona minada. La explosión, de gran magnitud, muy similar a las de las bombas trampa que se colocan contra los tanques en escenarios como Afganistán o el Líbano, se llevó por delante a algunos de los mejores expertos del Ejército en este campo, según fuentes militares.

Defensa sostiene que se siguieron los protocolos «para salvaguardar al máximo» la seguridad de los afectados. Portaban el chaleco y el casco que se consideran necesarios para una operación de este tipo, que supone «un ejercicio habitual» en la rutina de la unidad de desactivación de minas.

En realidad, las minas anticarro con las que trabajaban ya habían sido desactivadas. Tenían, no obstante, carga explosiva, aunque carecían de detonador. Para poder destruirlas había junto a ellas una serie de cargas «mínimas» que debían ser activadas a distancia, provocando así una detonación controlada. Por motivos que se desconocen, una de esas cargas se activó antes de que las víctimas pudieran alejarse lo suficiente.

Tras la potente explosión, el rescate de los heridos entrañó algunos problemas. El acceso a la zona en la que se encontraban «era complicado», según Ignacio González, vicepresidente madrileño, que confirmó que se tuvo que recurrir a dos helicópteros sanitarios. Tres uvis móviles, ambulancias de SUMMA y Cruz Roja y un vehículo de intervención rápida también se desplazaron a Hoyo de Manzanares.

La Comunidad de Madrid puso todos sus efectivos sanitarios a disposición del Ministerio de Defensa. Chacón telefoneó a González para agradecerle el gesto, según fuentes regionales. También trasladaron su gratitud el jefe del Estado Mayor del Ejército, general Fungencio Coll (antiguo jefe de la Unidad Militar de Emergencias), y el almirante jefe de la Armada.

Ya entrada la tarde, la titular de la cartera de Defensa acudió a la Brigada Acorazada Guadarrama XII, con base en El Goloso (Madrid), para visitar a las familias de los tres militares del Ejército de Tierra fallecidos. El presidente del Gobierno imitó a Chacón poco después. Fuentes del Ministerio confirmaban entonces que las familias de los infantes de Marina, que viven en el sur de España, se encontraban de camino a la capital.

El suceso de este jueves se ha convertido en el accidente más grave registrado durante el desarrollo de maniobras militares en las Fuerzas Armadas en la última década. En marzo de 2003 también fueron cinco los militares que perdieron la vida. La desgracia tuvo lugar cuando un helicóptero del Ejército de Tierra se estrelló en Villanueva de los Infantes (Valladolid).

El accidente durante unas maniobras más cercano en el tiempo al de este jueves en Madrid tuvo lugar el pasado 7 de febrero. Un soldado murió cuando un vehículo blindado LMV volcó en el campo de tiro de Pájara (Fuerteventura) mientras realizaba un ejercicio táctico de preparación del contingente que se desplazará a Afganistán en abril.