Oviedo, L. Á. VEGA

Tomás Rodríguez, «Tomasín», asegura que mató a su hermano Manuel por miedo, porque le pegaba reiteradamente. Al menos es lo que este tinetense de 41 años ha venido reconociendo ante las autoridades desde que el pasado sábado por la noche fue detenido cuando regresaba a la destartalada cabaña en la aldea tinetense de La Llaneza donde vivía y donde apareció el cadáver de Manuel, fruto de un crimen ocurrido entre el 30 de agosto y el 3 de septiembre pasado. «Tomasín» fue apresado por la Guardia Civil después de pasar «fugao» 57 días en el monte, eludiendo el cerco de los agentes.

Tomás Rodríguez Villar reconoció que había cometido el crimen, primero ante los guardias civiles que le buscaban desde hacía ocho semanas y, posteriormente, el lunes, cuando pasó a disposición judicial. Allí «Tomasín» se ratificó en este testimonio ante la juez de Tineo y el fiscal, según indicaron fuentes judiciales.

Una vez levantado el secreto del sumario, también se ha conocido la forma en la que murió Manuel Rodríguez Villar, «El Llanezo». No fue de un fuerte golpe en la cabeza, como trascendió en los momentos iniciales, sino de dos disparos efectuados con un arma casera que, según estas fuentes, había fabricado el propio «Tomasín» y que la Guardia Civil encontró en el lugar del crimen el pasado 3 de septiembre. Los agentes prefirieron no dar a conocer este detalle con el fin de no enturbiar la llamada «operación Altasierra», el complejo dispositivo para dar con el «fugao» de La Llaneza, que en sus 57 días de escapada sólo fue avistado en dos ocasiones. Cuando el 30 de septiembre apareció, aseado y tranquilo, para hacer la compra en La Espina y después regresar en taxi al monte. Y cuando, el 9 de octubre, las cámaras de seguimiento de osos del FAPAS le grabaron en el monte, con casco militar, poncho y botas altas.

El sábado pasado, cuando al fin los agentes le encontraron en las proximidades de la cabaña que solía habitar, «Tomasín» vestía ropas totalmente destrozadas y sucias, lo que refleja las pésimas condiciones en las que vivió durante las ocho semanas que pasó en el monte eludiendo la acción de la justicia. En alguna de esas jornadas durmió en un coche Citroën AX destartalado y con los cristales rotos que había, tirado en el monte, en las cercanías de la cabaña.

Una vez detenido, y a la vista del aspecto indumentario que presentaba, los agentes de la Guardia civil le buscaron otras ropas a través de unos familiares; de ahí que el lunes apareciese para declarar ante la juez de Tineo con prendas demasiado holgadas y en zapatillas. Su detención el pasado sábado fue para él como una liberación. Sabía que le perseguían desde el primer momento, ya que era consciente del crimen que había cometido.

En sus declaraciones, Tomás Rodríguez Villar adujo el miedo cerval que tenía a su hermano. Según ha podido saberse, la víctima maltrataba con frecuencia a su hermano, hasta el punto de que ambos no podían cruzarse. Esto motivaba que «Tomasín» tuviese que acercarse a la vivienda de sus padres de noche. Allí le dejaban comida, que luego trasladaba a la pequeña cuadra en la que vivía con la sola compañía de un perro y un caballo y rodeado de basura y excrementos animales. Fue allí donde presumiblemente el jueves día 1 o el viernes día 2 de septiembre se produjo el mortal encuentro entre los dos hermanos. Esa vez, «Tomasín», o al menos es lo que ha declarado, iba a responder con la mayor contundencia al trato que había venido recibiendo.