Los miembros de los Grupos de Rescate e Intervención en Montaña de la Guardia Civil y los buzos de este cuerpo están muy atentos al desarrollo del rescate de doce niños de un equipo de fútbol y su entrenador que quedaron atrapados en el interior de una cueva el pasado 23 de junio. De hecho, incluso están valorando realizar una práctica conjunta para estar prevenidos para una eventualidad similar en Asturias. "Es la situación más crítica que pueda darse", reconoce el teniente Pablo Villabrille, jefe de la Sección de Montaña (Sereim), con base en Cangas de Onís.

Villabrille ve la posibilidad de que los menores puedan salir buceando como la más arriesgada. "Se trata de una distancia enorme, con unos niños sin conocimientos de espeleobuceo, que seguramente están ya muy debilitados, física y psicológicamente, por la permanencia en la cueva durante tantos días, con una reserva de oxígeno en descenso. Por mucho que se les enseñe a bucear, pueden entrar en pánico en el sifón, hiperventilar, y en ese momento ya los has perdido", estima el teniente. "Es más factible tratar de barrenar un acceso para sacarlos, aunque desconozco la orografía y si es factible hacerlo", señala Villabrille.

Los agentes de Montaña tienen experiencia en rescates de este tipo. Aún se recuerda la recuperación de un espeleólogo húngaro fallecido en la Torca del Cerro, en el Jou de los Cabrones de los Picos de Europa. "Es el tipo de rescate más difícil, donde más personal se precisa. El número de personas requeridas se multiplica en progresión geométrica cuanta mayor es la profundidad. Si a eso añadimos una zona sifonada y una docena de niños, el personal es aún mayor", añade Villabrille.

A finales de junio fueron rescatados por los buzos de la Guardia Civil tres espeleólogos en una cueva de Teruel, en un caso muy similar al de los menores. Les sorprendió la lluvia y cuando quisieron regresar se encontraron con varios tramos sifonados. La Guardia Civil extrajo con bombas 150.000 litros de agua, reduciendo el nivel, pero otro sifón no pudo ser eliminado, por lo que "se optó por hacerles llegar el material de buceo y salieron sanos y salvos", explica.

"Otra posibilidad sería desarrollar una camilla especial, estanca, para trasladar a los menores a través del sifón", apunta Villabrille. Sería una variante, mucho más reforzada, de la camilla de rescate en barranquismo que utiliza este servicio, que se cierra con una válvula y que permite mover a los heridos a través de las corrientes de agua. "Ahora lo que apremia es el tiempo, porque se quedan sin oxígeno y hay riesgo de lluvias torrenciales que pueden elevar el nivel del agua en la cueva. Espero que tengan suerte, la van a necesitar", desea el teniente.