El incendio de un catamarán turístico en las inmediaciones de La Toja, frente al puerto de O Grove (Pontevedra), se saldó ayer con 38 heridos, cinco de ellos de gravedad. Entre estos últimos, dos personas de edad avanzada, muy graves y catalogadas como "grandes quemados", hubieron de ser evacuadas en helicóptero hasta el Complejo Hospitalario Universitario de La Coruña (CHUAC). Tres heridos con quemaduras de consideración fueron conducidas al Hospital Montecelo, de Pontevedra. El resto de los 33 heridos fueron atendidos por quemaduras leves, principios de hipotermia y ataques de ansiedad. Las 14 personas restantes resultaron ilesas. Entre ellas se cuentan los avilesinos Verónica Muñiz Espejo, de 30 años, e Iván de la Rosa Méndez, de 28, una pareja que había ido a pasar tres días de vacaciones a las Rías Bajas y tenía previsto regresar hoy a Asturias.

En la embarcación viajaban 52 personas: 48 pasajeros -entre ellos 8 niños-, 3 tripulantes y un acompañante de uno de los miembros de la tripulación. Tras el suceso, y ya a salvo, los avilesinos relataron detalles de la angustiosa situación que habían vivido: "Estábamos en el barco y, justo al lado nuestro, explotó una cosa, salió una llamina de nada y, al poco, estaba todo el barco ardiendo", explicó De la Rosa. "Muy heavy", agregó en referencia al susto que se llevó cuando sucedió todo. La pareja no tuvo otro remedio que tirarse al agua: "Saltó ella y luego yo, cuando vi que la llama estaba muy cerca, me tiré también".

El catamarán empezó a arder en torno a 16.15 horas. Media hora más tarde empezaban a llegar a tierra los heridos. Desde el puerto de O Grove salieron al rescate otros barcos de pasajeros y embarcaciones de pesca y de recreo, además de los servicios de emergencias y la Guardia Civil. También se enviaron ambulancias desde toda la comarca.

El barco quedó totalmente calcinado y embarrancado en la zona del campo de golf de la isla de La Toja. Aunque las causas del siniestro están pendientes de investigación, parece ser que se produjo una explosión en el interior de la embarcación. Entonces, el patrón trasladó a todos los pasajeros a la zona de cubierta, pero debido a la rapidez con la que se propagaron el fuego y el humo, optaron por abandonar el barco y fueron auxiliados por otras embarcaciones próximas.