Tragedia en la playa de Candás. Un hombre de 78 años falleció en la tarde de ayer por causas que aún se desconocen cuando se encontraba nadando en el entorno del espigón. Un grupo de adolescentes de 13 años que jugaban por la zona fueron los primeros en intentar socorrerle y dar la voz de alarma; con todo, la ayuda de los chavales, de un grupo de bañistas y de los servicios de emergencia no fue suficiente para salvar la vida de Jesús Antonio Villar, natural de Madrid, pero con segunda residencia en Candás en la que veraneaba asiduamente.

Los hechos tuvieron lugar en torno a las 18.00 horas. Según el relato de tres de los chavales que fueron testigos del fatal suceso, el fallecido había estado nadando durante unos minutos antes de que se lo divisasen flotando boca abajo, a escasos diez metros a la izquierda del espigón. "Me tocó la espalda y me preguntó si el agua estaba fría. Le dije que sí, pero se tiró sin mojarse un poco primero", relataba Jairo Posse, uno de los héroes ayer junto a sus amigos Iker Gómez, Enol de la Calle y Antonio Benavides, sobre las que, muy probablemente, fueron las últimas palabras del fallecido.

Según el relato de los chavales, la víctima estuvo nadando por la zona del espigón, "más allá de las boyas, durante algo más de cinco minutos. Con total normalidad". "Entonces vimos que no se movía y fuimos rápido hacia él. Intentamos darle la vuelta pero no podíamos, por lo que gritamos para que nos ayudasen y llamasen al 112", explicó Gómez, quien dijo estar "todavía con el susto en el cuerpo".

Varios bañistas acudieron ante la voz de alarma de los chavales y lograron sacar hasta el espigón el cuerpo de Villar, en aquel momento todavía con vida. "Le estuvieron intentando reanimar durante mucho rato. Decían que tenía pulso, aunque débil. Luego llegó la Policía Local, muy rápido, y unos 20 minutos después la ambulancia. Ya no pudieron hacer nada", lamentaban los chavales, que a última hora de la tarde recibían las felicitaciones de los últimos vecinos que habían visto lo sucedido. "Actuamos más por nervios que otra cosa", afirmaban con cierto rubor.

Una vez certificada la muerte, el cuerpo sin vida de Villar estuvo durante varias horas en el espigón, mientras agentes de la policía intentaban identificarlo. El finado había acudido sin documentación y entre sus pertenencias sólo se encontraba un teléfono móvil que estaba bloqueado, por lo que los agentes tampoco podían buscar a sus familiares en la agenda ni hacer llamadas.

Tras realizar las pesquisas pertinentes, pasadas las siete de la tarde los agentes ya habían dado con su identidad y la de su familia. El cuerpo sin vida fue levantado en torno a las ocho menos cuarto y trasladado. Da la casualidad que la de ayer era la primera jornada sin servicio de salvamento tras la temporada estival en el arenal carreñense.