El estado indio del Punjab está viviendo durante estos días la angustia que desencadenó en España el rescate de Julen, el niño malagueño que cayó a un pozo de decenas de metros de profundidad y en cuya recuperación participó la Brigada de rescate minero de Hunosa. En este caso, el protagonista de este drama es el niño Fatehvir Dingh, que cayó el jueves en un pozo de 23 centímetros de diámetros y 33 de profundidad. Al parecer, estaba cerrado con un simple saco de arena. El niño estaba jugando en un campo cercano a su casa, situada en el distrito de Sangrur. Todo indica que caminó por encima del saco, resbaló y cayó al interior de la oquedad. Ayer lunes, los equipos de emergencias estaban intentando insertar un tubo de cerca de un metro de diámetro paralelo al pozo, con el fin de llegar al punto donde se cree que puede estar el menor.

Así, el plan es muy similar al que se siguió en el caso del infortunado Julen. En el pozo se ha introducido un conducto para insuflar oxígeno, así como una cámara. El niño no ha podido ser localizado, ni se le ha podido facilitar comida y bebida. Los equipos esperan llegar a él en breve plazo. El pasado marzo, otro niño cayó a un pozo y pudo ser recuperado en dos días, sano y salvo.