El Carmín de la Pola de 2018 estuvo marcado por la polémica de la violación grupal de "la Manada" en los sanfermines. Los colectivos repartieron incluso camisetas para denunciar este tipo de agresiones. Y fue precisamente en esa fiesta sierense en la que una adolescente de 17 años denunció a un joven dos años mayor que ella por haberla forzado. El joven, V. G. P., se sentó hace unas semanas en el banquillo de la Sección Segunda de la Audiencia. Se enfrentaba a una condena de seis años, así como al pago de 4.500 euros, por daños morales. El tribunal ha resuelto que no hay dato alguno que apunte a que las relaciones no fuesen consentidas. Es más, indica que la versión de la denunciante carece de verosimilitud y peca de ambigüedad y falta de persistencia, ya que ha variado a lo largo de este tiempo.

En resumen, la joven denunció que la noche del 23 de julio de 2018 se encontró con el chico en la fiesta. Ambos se gustaron, se besaron y el joven le apuntó en la camiseta su dirección de Instagram. Luego volvieron a encontrarse, el joven propuso irse a un lugar más apartado. Ella admite que le hizo una felación, pero que se negó a mantener relaciones sexuales. Según aseguró ella, se sintió paralizada, lo que él aprovechó para violarla. El magistrado ponente, Santiago Veiga, no puede creer esta versión. En primer lugar porque la joven no pudo aclarar si el acusado la amedrentó psicológicamente o físicamente: primero dijo que él le había ordenado echarse en el suelo y luego que la había obligado agarrándola. Ni en los brazos ni en la vagina quedaron lesiones de ningún tipo. El magistrado considera inverosímil que de haberse producido una violación la joven no hubiese podido pedir auxilio a las personas que se encontraban a diez metros de ella en el prado de La Sobatiella.

El psicólogo forense Maxime Winberg, por otro lado, indicó durante el juicio que la joven tenía tendencia a la simulación, restando verosimilitud a su versión. El fallo, recurrible, sigue la posición de la defensa, a cargo del letrado Francisco del Gallego. La menor fue defendida por Ana María González, de Cavasym.