A la lucense Rogelia Blanco, de 85 años, la enterraron el 14 de enero tras fallecer covid y este sábado apareció viva, para estupefacción (y alegría) de sus familiares, en el geriátrico donde residía en Xove (Lugo). Detrás de esta surrealista historia hay un “error de identificación”, según explicó la dirección de la residencia, que llevó a confundir a Rogelia con la fallecida real: otra anciana con la que compartía habitación. Así que su familia lloró y celebró el funeral, diez días atrás, de una completa desconocida. Pero el peor trago, claro está, se lo llevaron los parientes de esta otra mujer: mientras pensaban que resistía frente al coronavirus, en realidad ya estaba en el cementerio.

La supuesta confusión será investigada por los Juzgados de Orense y Viveiro por iniciativa propia de la Fundación San Rosendo, la entidad que gestiona esta residencia en Lugo y otra en Orense. ¿Y qué pinta en todo esto un segundo geriátrico? Pues mucho. Porque el “error de identificación” se produjo precisamente en este último centro. Allí se deriva a los usuarios diagnosticados con covid. Y allí se desplazó a Rogelia Blanco el pasado 29 de diciembre, junto con otros diez ancianos también infectados. Estos traslados, explica la fundación en un comunicado, se realizaron con ambulancias del Hospital de Burela y “con el consentimiento de las familias y las consejerías de Sanidad y Política Social de la Xunta”. La confusión se produjo ya en este momento: para los trabajadores de la residencia de Orense, Rogelia no era Rogelia sino su compañera de habitación.

El miércoles 13 de enero fallece esta segunda mujer. Y la equivocación inicial lleva a llamar a los familiares de Rogelia: “Lo sentimos, ha muerto”. El entierro se celebró rápido, al día siguiente. Pero como los protocolos de la pandemia obligan a que el ataúd permanezca cerrado, sus seres queridos no se percataron del mayúsculo error. Quién lo iba a imaginar, por otra parte. Todo se destapó cuando este sábado por la mañana, la verdadera Rogelia, a la que habían dado por muerta, volvió a ser trasladada al geriátrico de Xove, tras haber recibido el alta de covid en Orense. Y atravesó las puertas de la residencia fresca como una rosa. Los trabajadores quedaron atónitos y sus familiares aún más. Aunque era motivo de felicidad. Y si Rogelia estaba viva, ¿quién era la fallecida? Eso era lo peor: contar ahora la triste verdad a la otra parte.

La Fundación San Rosendo lamenta “profundamente el desafortunado incidente” y ha enviado un escrito a los Juzgados de Ourense y Viveiro para advertir de los hechos e iniciar los trámites para “repararlos”. “A pesar de la gravedad de lo ocurrido, que no tiene precedente, queremos transmitir a las familias un mensaje de tranquilidad y confianza. Este es un hecho puntual de entre los más de 100 traslados que se han realizado desde el pasado mes de diciembre a Orense”, concluye el comunicado.