El 8-M más politizado de la historia

La necesidad de desenmascarar a quienes disfrazan de feminismo lo que no lo es

Nunca nos habían adulado tanto y nunca han intentado de manera tan burda engañar a la opinión pública utilizando de forma torticera la lucha feminista.

Las maniobras de despiste propagandístico son herramientas conocidas de épocas históricas de dudoso contenido democrático.

El 8-M más politizado y mediatizado de la historia pretende ser campo de batalla para algunas formaciones neoliberales y otras de difícil clasificación por su indefinición a la hora de decidir qué lugar ocupan o cual quieren ocupar según les vengan los sondeos. Ir dando bandazos y hablar de lo que no se sabe es lo que tiene. Hacer el ridículo en una cuestión central para una sociedad moderna y democrática, como es la lucha por los derechos de la mitad de la población, puede tener un coste electoral para algunos que no han calculado debidamente. Y ya se sabe que según quien hable y cómo, sube el pan.

Lo que es inadmisible es intentar colar como feminista nuevos cuños de definición traídos por los pelos, carentes de toda ética y profundidad de análisis. Creer que existe la libertad de elección, cuando ésta no se da en las circunstancias de mínima garantía de los derechos humanos, es directamente mentir a la opinión pública. Predicar la libertad de elección como ejercicio democrático, e incluso por encima de los valores mismos de la democracia y de las leyes para justificar que la compra de carne humana es feminismo, es de una bajeza moral impropia de quienes pretenden ser partido de gobierno. Las mujeres no estamos en venta. La supuesta libre elección de ser prostituta o de ceder tu útero para gestar el hijo de otros no es más que un disfraz de lavado de cara para los puteros y para quienes pretenden hacer derecho de algo que es un deseo. A estos sí, a estos sí que les damos el honor, el privilegio y la libertad de comprar. Ya sabemos que el capitalismo y lo liberal mandan y están de moda. Ésta es la modernidad que algunas predican y que nos quieren colar como progre y feminista.

El feminismo es patrimonio de nuestra lucha, la que comenzamos hace más de 200 años, y no permitiremos que los partidos políticos de derechas nos digan a quién pertenece.

Utilizar la falacia de la libre elección y equipar igualdad a esa supuesta libertad ejercida bajo coacciones y desigualdades socio-económicas es inadmisible para cualquier feminista. Es falso que las mujeres tengamos la misma libertad individual que el hombre, falso porque partimos de una desigualdad manifiesta, pública y notoria.

Defender los derechos de las mujeres, legislar para que no nos paguen menos por nuestro trabajo, para que no nos discriminen si decidimos ser madres o no, acceder en igualdad de condiciones a puestos de mando, legislar contra la violencia etc. No es confrontar ideológicamente a la ciudadanía. Es poner a la sociedad delante de un espejo que no gusta, porque aún somos una sociedad en la que ser varón o mujer significa ir a distinta velocidad, no tener los mismos derechos e incluso perder la vida.

Jamás hemos dicho las feministas que queramos excluir de nada a los hombres, jamás. Lo que siempre hemos defendido son nuestros derechos, pero siempre denunciando sus privilegios. Creo que este matiz es importante, estamos aquí para poner en cuestión las privilegiadas cotas de poder de los hombres, no para terminar con los derechos de nadie. Queremos lo mismo. Exigimos lo mismo.

Es insultante ponerse la bandera de la lucha contra la violencia de género cuando en el parlamento andaluz pactas sillones con formaciones políticas que niegan su existencia e intentan hacer listas negras de trabajadores, que en su día a día luchan contra esta barbarie. La hipocresía tiene un precio y jugar con la vida y la integridad de cientos de mujeres y sus hijos e hijas víctimas es un ejercicio de cinismo inadmisible.

No hay nada más paternalista que disfrazar de feminismo algo que no lo es. La rueda ya se inventó, por si no se habían enterado algunas. Y desde luego que hay presión, la hay a la hora de defender nuestros derechos, la hay a la hora de reivindicar nuestra lucha, la hay a la hora de no dejarnos manipular, la hay a la hora de no dejarnos utilizar por un neoconservadurismo disfrazado de una supuesta libertad que no es más que una soga al cuello.

Algunas aún no se han enterado de que no son ciudadanas.

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