El desmantelamiento de la perrera ilegal de La Luz ha sacado a relucir, de la forma más cruda posible, las consecuencias de que la comarca haya retrasado durante más de dos décadas la puesta en marcha de un albergue de animales por culpa de desacuerdos políticos y quejas vecinales. El centenar y medio de canes hacinados que malvivían en chamizos levantados a principios de este siglo a dos pasos del centro de la ciudad (sin ningún control sanitario ante posibles problemas para la población) revela además que las autoridades han hecho la vista gorda durante mucho tiempo, incapaces de dar solución a este problema. Las imágenes de estos días sólo deben servir ahora para agilizar la construcción de la ansiada instalación, que está en manos de un consorcio formado por una decena de ayuntamientos. No hay lugar para las excusas: debería estar lista el año que viene, de acuerdo a los plazos prometidos.
