La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Francisco L. Jiménez

Cabos sueltos

Francisco L. Jiménez

Y no vino Woody Allen

El formato festivo avilesino sobrevive otro año a la crítica

En relación a la calidad, cantidad, amenidad y diversidad de la programación festiva estival de Avilés he oído este verano de todo, y no siempre elogioso. Curiosamente, muchas de las críticas provenían de quienes habían salido a la calle a disfrutar de este o aquel espectáculo, que los hubo para todos los gustos. Que si nunca viene un artista de primer nivel, que todos los años es lo mismo, que no hay caballitos, que las orquestas son de "segunda fila"... ¡Qué pereza! ¡Cuánta negatividad!

Avilés tiene desde hace décadas un formato festivo basado en cuatro consignas: incurrir en el menor gasto posible, garantizar la máxima seguridad, programar para todos los públicos y extender la fiesta a todos los rincones posibles de la ciudad para evitar agravios. Puede gustar o no -y personalmente creo que la mayoría de los avilesinos "compra" la idea-, pero es hipócrita criticar unas fiestas que han sacado a la calle a diario a miles de personas y que tuvieron el martes un colofón que recordó aquella noche de euforia en la que Woody Allen vino al Niemeyer a tocar el clarinete.

Y un dato más: todo esto ha costado cuatro veces menos del dinero que va a "quemar" Oviedo para San Mateo. Avilés, sin renunciar a la fiesta, ¡solo faltaría!, tiene otras prioridades.

Compartir el artículo

stats