Nadie podrá negarle a la alcaldesa de Avilés su empeño en evitar el cierre de la planta de Alcoa desde el minuto uno, tanto en gestos como en gestiones, a pesar de que su capacidad de maniobra es limitada. Anuló su presencia en actos oficiales como los premios Princesa de Asturias y se ha involucrado en todas las reuniones a las que estaba invitada. Incluso el Ayuntamiento está buscando casi por su cuenta y riesgo un comprador para la fábrica, como informa hoy este diario. Pero no se puede decir lo mismo de otros miembros del PSOE con mayor poder de persuasión. La ausencia (por viajes oficiales) de la ministra de Industria y del consejero asturiano en el primer encuentro con directivos de la multinacional en Madrid hace días ha sentado como una patada en la espinilla a muchos trabajadores, que vieron resignados cómo la delegación gallega era mucho más potente. Tiempo tienen algunos de rectificar. Hay que poner toda la carne en el asador.
