Aún con los ecos de la ejemplar manifestación del jueves contra el cierre de la factoría de Alcoa, que puso de relieve la inmensa madurez de la sociedad avilesina y su espíritu de unidad en los momentos difíciles, toca hoy mirar hacia al Gobierno. Sobre las espaldas de las ministras de Industria, Reyes Maroto, y Transición Ecológica, Teresa Ribera, pesa la enorme responsabilidad de encauzar el malestar ciudadano hacia una negociación que resulte favorable para los trabajadores de la fábrica, sin desdeñar el papel que tiene que jugar el Principado. La desconfianza reinaba ayer entre los afectados porque, según cuentan, ninguna de las dos ha demostrado sobrada capacidad de liderazgo por el momento, ni tan siquiera un conocimiento profundo del problema. Además, esta duplicidad de departamentos elimina un interlocutor claro. Deben saber que todas las miradas están puestas sobre ellas. Confiemos en su capacidad.