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Escritor

El cuento del coche eléctrico

Argumentos para desconfiar de los plazos que se dan para la generalización de los vehículos a pilas

Soy consciente de que la contaminación va en aumento y exige tomar medidas pero veo prácticamente imposible que dentro de veinte años todos los coches funcionen a pilas. Ya lo dice la canción, veinte años es nada. De modo que eso de que en 2040 no se permitirá la matriculación de turismos y vehículos comerciales ligeros con emisiones directas de dióxidos de carbono no me lo creo. No me lo creo por más que lo anuncien a bombo y platillo y pongan como ejemplo que esa misma medida ya la tomaron en Suecia, en Alemania y en otros países.

Imagino el reproche y lo acepto. Reconozco que soy un escéptico, pero mi escepticismo no consiste en estar a favor o en contra del coche eléctrico, sino en preguntarme qué hay de cierto en los argumentos que lo avalan, dónde están los fallos, si es que los hay, dónde los intereses ocultos, si pueden sospecharse, y dónde las afirmaciones sin pruebas. Preguntas a las que he tratado de buscar respuesta dentro de mis posibilidades, claro. Uno llega hasta donde llega, que no es muy lejos. Pero, sin llegar muy allá, acabé encontrando evidencias que me llevaron a ratificarme en lo que les dije al principio: no me lo creo.

La primera son los ingresos fiscales. Es el impuesto especial de hidrocarburos por el cual el Gobierno recauda alrededor de 11.000 millones de euros al año, sin contar el IVA. Es decir que la desaparición del gasoil y la gasolina supondría dejar de recaudar esa millonada y añadir dos puntos del PIB al déficit. Una merma brutal de ingresos que sería insoportable para las arcas públicas. Así es que el Gobierno debería decir lo que no dice: de dónde piensa sacar el dinero que dejará de recaudar.

El agujero en la recaudación de Hacienda se me antoja insalvable ,pero hay más. España tiene ahora mismo 30 millones de coches en circulación. Coches que si fueran eléctricos, al menos dos tercios, deberían cargar su batería durante la noche para tenerla llena al día siguiente. Pues bien, ¿saben cuanta capacidad de generación eléctrica nocturna necesitaríamos? Nada menos que 90.000 MW, cantidad que sumada a la demanda habitual supondría casi el doble de la que tenemos. Pero es que, además, como la electricidad no se puede guardar en un depósito como sucede con los carburantes, sólo se produce la que se necesita en cada instante. ¿Qué se podría hacer para responder a esa demanda? Lo digo porque nuestros principales recursos energéticos son el carbón, la nuclear y las renovables de origen eólico y solar. De manera que, no sé, lo mismo están pensando en regalarnos varias centrales nucleares o en poner torres eólicas en lo alto de los edificios.

Dejo aparte otros temas menores como el de que quienes no tengan garaje tendrán que buscarse la vida para encontrar dónde recargar el coche. O el de la autonomía, que con gasoil o gasolina es de 800 o 1.000 kilómetros y no pasa de 200 en el caso de los coches eléctricos.

Por eso, por lo apuntado anteriormente, insisto en que es muy fácil decir que en 2040 se acabarán los coches de gasoil y gasolina, pero si no nos dicen cómo piensan hacerlo suena a cuento de hadas. Queda muy bonito, como algo deseable, pero será materialmente imposible, incluso, dentro de veinte años.

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