La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Párroco de San Nicolás

¿Tan difícil es la paz?

Tras la jornada de hermandad entre católicos y judíos en Avilés

A cientos, a miles, a millones. Así contamos las personas a las que otras negaron lo más elemental: la vida. Es una lección que no acabamos de entender. ¿De qué sirven el odio, la revancha, los recelos, las críticas o las enemistades? Solo para pasar la vida amargado y amargando. Por eso son tan inexplicables -¡tan inhumanas!- la violencia, el racismo, la xenofobia, incluso la falsedad, el ridiculizar a los demás, las habladurías a la espalda.

Desde que existe historia llevamos dándonos palos en nombre de dioses, reyes, dictadores, constituciones o fronteras, razas o colores. Por ideas, al fin y al cabo pasajeras. Pero siempre perdiendo los mismos: nosotros. Esta misma semana judíos y católicos hemos compartido públicamente en Avilés -¡al fin, desde 1492!- un gesto emocionante. 250 niños de 16 nacionalidades residentes en nuestra Villa y una representación hebrea no han hecho otra cosa más que sumar. De esta manera sí que salen las cuentas, a pesar de los que, aún hoy, insisten en mantener prejuicios que deberían sonrojarles.

Ni podemos negarlo, ni podemos callarnos: es un pecado contra la Humanidad criminalizar la inmigración, sospechar del diferente. Los que vienen de lejos no constituyen un problema, sino un reto; una sociedad que no sabe convivir ha perdido su razón de ser. No somos mejores que nadie. Es evidente que cada persona es indispensable en este gran proyecto que es nuestra sociedad. El siglo pasado nos dejó avergonzados con millones de fallecidos en guerras, revanchas, paredones, cunetas, guetos, campos y gulags; este nuevo siglo continua convirtiendo el Mediterráneo en un gran Auschwitz, en un mundo dividido, enemistado por lo de siempre, por los de siempre. ¿Cuándo aprenderemos esa lección que los niños parecen tener tan clara... hasta que se hacen mayores?

Compartir el artículo

stats