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Vita brevis

Corazones

La mayoría de los partidos utiliza logotipos apelando a los sentimientos

El corazón es una víscera, de ahí que se vendiera en las casquerías, junto con el resto de los despojos, como las anchuras o entresijos, los morros, las orejas, la lengua, las manitas o patas, el hígado o la sangre. Anda que no es plato delicioso una sopa de menudillos de gallina, entre los que siempre se incluía el corazón del bicho.

Desde antiguo se otorgó al corazón un papel preponderante en determinadas acciones del ser humano. Se consideraba que de ese órgano salían determinadas sensaciones, emociones y sentimientos. Los antiguos creían con acierto que los razonamientos partían del cerebro, que es también plato exquisito de casquería, antes muy celebrado en buñuelos o simplemente hervido. Del mismo modo y por el contrario, suponían que los amores y los odios, la compasión y la crueldad, la pasión y la insensibilidad, nacían del corazón. Seguramente llegaron a esa conclusión al observar que esa víscera se agitaba ante determinados estímulos, bombeando más sangre y más deprisa, por lo que le atribuyeron ser el origen de tales sentimientos.

Todavía hoy se mantiene en gran medida esa apreciación bien poco científica. Se confiere al corazón todo lo relacionado con el amor, de tal manera que la figura de esa víscera es su frecuente representación., no sólo gráfica, sino también literaria. Baste recordar aquella canción de Alejandro Sanz que se titula "Corazón partío".

Lo del corazón partido se está convirtiendo en el partido del corazón, que es la viceversa. Creo que todo empezó con Ciudadanos, que sacó un logo con un corazón cuartelado con las banderas de Cataluña, de España y de la Unión Europea, en una especie de representación del misterio de la Santísima Trinidad que querían para Cataluña, con tres personas abanderadas y un solo Dios verdadero y amoroso.

Al poco se dieron cuenta los de Unidos y Unidas Podemos y "Podemas", que tiempo les faltó para transformar el círculo de tiza caucasiano morado, que era su imagen rasgada y radical, en un entrañable corazón coloreado a modo del arco iris, ñoño hasta la saciedad. El Partido Popular hace tiempo que se representó con un pajarraco con las alas desplegadas, que casi todo el mundo identificaba con una asquerosa gaviota, que es como un buitre marino que se nutre de todo cuanto existe, incluida la carroña y los pinchos abandonados en las mesas de las terrazas, que ataca con ferocidad y sin miramientos de romper la vajilla, que luego caga al vuelo con un bombardeo que, si te pilla, te deshace las prendas que vistas, que has de darlas por perdidas. Según dijo el diseñador, el volátil no es una gaviota, sino un charrán, que es también un ave marina, pero más pequeña y que no es carroñera, ya que sólo se alimenta de peces y otros bichos vivos que pesca y caza, y que se asemeja más a una golondrina de los mares. Pues ahora también le ha dado por transformar esas alas en una especie de corazón teñido de rojo y gualda.

Nos quedaba el PSOE, que empezó siendo un yunque con un libro y dos plumas sobre un tintero, por aquello de la alianza de las fuerzas del trabajo y de la cultura, que era tan decimonónico. Felipe González -"mire usté"- y sus reformadores quisieron darle a la cosa un aire más moderno y plantificaron un puño con una rosa que, con diversas variantes, ha sobrevivido hasta la llegada del doctor Sánchez, don Pedro. En un ataque de amor desesperado, ahora se ha mandado al carajo el puño y la rosa, quedando las siglas del partido con una barra a la que sigue un corazón en rojo sanguíneo, que parece a punto de que le dé un infarto.

Para las próximas elecciones todo van a ser corazones que se nos ofrecerán amantes, como un a modo de San Valentín. Va a haber que elegir entre las diversas casquerías, que nos pretenderán vender sus amores representados por esas vísceras. Estoy esperando que algún partido tenga como logotipo un cerebro, que también es un órgano corporal de casquería, pero es el que rige la inteligencia.

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