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Saúl Fernández

Crítica / Teatro

Saúl Fernández

Satélite de él

"Los días de la nieve" conmueve: una mujer gigante sale a escena y recuerda al hombre que amó entre la paz y la guerra, al poeta de "satélite de ti, no hago otra cosa / si no es una labor de recordarte", al hombre que cambió el campo por la literatura y que luego luchó contra los franquistas y acabó tuberculoso sólo nueve años después de conocer a la mujer que lo fue todo en su vida e iba a serlo por completo en su obra. Esa mujer se llamó Josefina Manresa, andaluza de Jaén, hija de un guardia civil ejecutado por los rojos, viuda de Miguel Hernández, una de las cumbres de la poesía del primer tercio del siglo XX, eso que los historiadores llaman Edad de Plata de la Literatura española.

Pero no conmueve sólo por eso. Conmueve porque la actriz y productora Rosario Pardo se reencarna en la mujer que sobrevivió al poeta más de cuarenta años, los peores de la historia contemporánea española. Se dedicó a cortar, coser y perder la vista a través del ojo de una aguja. Y de otra. Y de otra más. Rosario Pardo construye a la mujer a través de las palabras escritas por el dramaturgo Alberto Conejero que entresaca del epistolario que mantuvo la pareja y de las memorias que la propia Manresa escribió en el momento más invernal de su vida. Todo esto se vio antes de anoche en el club del Niemeyer, que se llenó para disfrutar de un soliloquio enternecedor y lleno de poesía, de conmoción y de respeto hacia a esa mujer que cosió y cosió y salvó la obra poética de su marido y consiguió así que el amor que se llevó la guerra se mantuviera en la memoria.

Rosario Pardo -la han visto en "Cuéntame", era la socia de Nieves- ofrece una interpretación alucinante de la viuda, pero no sólo de ella. Josefina Manresa se había casado con Miguel Hernández, pero mujeres como ella las hubo a cientos en los años oscuros de la posguerra (viudas de rojos con tragedias sobre los hombros, montañas sobre las espaldas). Es Josefina, pero no sólo ella. Chema del Barco, Alberto Conejero y ella logran que Josefina reviva. Y conmueva. Uno salió de la sala tocado. Mujeres como Josefina han hecho mejor el presente. Y no sólo por salvar a Hernández del olvido. Más bien porque se empeñaron en no perder la memoria eligiendo qué olvidar para seguir camino.

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