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La trinidad de la derecha

El Partido Popular, Ciudadanos y Vox, ante las citas electorales de las próximas semanas

Tres eran tres las hijas de Elena, tres los mosqueteros, tres los cerditos y tres los partidos que aspiran a sumar votos y que la suma alcance los 176 escaños que les darían la mayoría en el Congreso y la posibilidad de formar un gobierno de derechas. En eso, los tres están de acuerdo. La discrepancia surge cuando uno de los partidos apela a que también son tres quienes forman la Santísima Trinidad y, sin embargo, hay un solo Dios verdadero. Un Dios padre, que reclama para sí el PP, un Dios hijo que podría ser Ciudadanos y el Espíritu Santo que, aunque sea a regañadientes, asumen pueda ser Vox, como portador de la esencia más pura y colaborador, indispensable, con el padre y el hijo, en ese empeño por alcanzar la salvación de la derecha que sería, según ellos, la salvación de España.

La trinidad siempre fue difícil de comprender, pero para eso está la fe. La fe verdadera, que es la que invoca Pablo Casado cuando insiste en reivindicarse como el único y más legítimo representante de la derecha. Opinión que comparten y defienden los suyos negando, muy enfadados, que sean la derechita cobarde. Y es que, al final, el voto es el voto y en el PP no ven muy católico que tenga que repartirse entre tres. Por eso apelan al racionalismo de lo útil, cuya utilidad sería votarlos a ellos.

Resulta, casi, una paradoja que el PP se reivindique como el más fiel representante de la derecha, después de que Rajoy hubiera convertido el partido en un batallón de gestores, proclamando que lo importante no era la ideología sino los resultados. Se insistía, entonces, en que las ideas políticas se habían agotado y era el tiempo de los expertos. Es más, se llegó a decir que ya no había izquierdas ni derechas sino buena o mala gestión. En eso se resumía todo, en gestionar el gobierno como quien gestiona una empresa. Y con esa idea, para parecer menos de derechas y ganarse a la opinión pública, el PP pasó a denominarse centrista. En principio dijeron que eran de centro-derecha, pero finalmente acabaron diciendo que eran de centro reformista, no fuera a ser que los identificaran con alguna ideología.

Así estaban las cosas hace poco más de un año. Pero las ideologías han vuelto y con ellas la trinidad de la derecha. La gente se ha cansado de aceptar, de forma resignada, que la única finalidad de la política sea, pura y simplemente, gestionar lo que hay y ha vuelto al discurso emocional. Por eso, la derecha está divida. Está como siempre estuvo la izquierda, debido a que es muy difícil que, en un solo partido, puedan confluir distintas sensibilidades.

Lo de ahora parece más lógico. Como también parece lógico que los populares se desangren y pierdan votos en favor de Vox, un partido muy ideologizado que invoca la vuelta a las esencias y la reacción frente a la hegemonía cultural de la izquierda, al tiempo que critica el buenismo del PP de Rajoy. También se desangra Ciudadanos, que solo tenía una carta para presentarse como voto útil. Dibujar un escenario peligrosamente polarizado y arrogarse acabar con los extremismos apostando por el centro, pero ha arruinado esa posibilidad alineándose con la derecha. De modo que ya lo ven, al final, tenemos tres derechas para una de las dos Españas.

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