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Unas perlas de Cuaresma

Sobre el juicio al "procés catalán" y el nuevo nombre del paseo de la ría

La Cuaresma es tiempo, dicen de recogimiento, de penitencia. Al parecer responden a esos cuarenta días en el que Nuestro Señor, Jesús, anduvo por el desierto, no perdido, pero sí ayunando, caminando, razonando, pensando en esas cosas en la que todos nosotros perdemos tanto tiempo, al final, para nada. El caso es que al cabo de ese tiempo, el hombre tenía hambre, la misma que tengo yo de soltarles unas perlas "inmiserikordes", así con la letra "ka", esa que tan bien suena, además de ser progresista de toda la vida.

Ya saben, dicen, que una perla es el producto que se forma en el interior de las conchas de algunos moluscos. En cambio, mis perlas no se producen en tal lugar, que lo hacen en otro y no es necesario que les manifieste el sitio exacto, pero ése que piensa el lector no sería un mal lugar.

Fíjese, quien lea, en esa cosa judicial que ocurre estos días en Madrid, en el llamado Tribunal Supremo, ese que apellida al turrón y al mazapán, productos auténticos, sin remedios, sin sucedáneos, todo almendra y miel. Nada de primeras instancias y otras jurisdicciones. ¡Supremo! Pues allí, en ese coso judicial, celebrase juzgamiento de individuos que vienen acusados de querer separar un cacho de España -la Cataluña- del resto. Es decir, subvertir el orden constitucional que todos aprobamos, ellos también con el 90,5% de los votos escrutados, por otro en el que declaran unilateralmente la República Catalana.

Y qué cosa más extraña, los acusados y ese testigo cherife de los mozos de cuadra nos cuentan que nada sabían, que aquello era cosa retórica y que fue la gente, subidita de tono, la que lío el asunto. Qué ellos son hispanos de toda la vida y que Máximo Décimo Meridio -ya saben, Gladiator- es abuelo de toda esta cobarde tropa.

Y todo viene a cuento de lo siguiente. Con todos estos héroes catalanes de su revolución de panderete y pandereta, ya sé la razón por la que los conquistadores son todos extremeños, asturianos y "baskos", que lo catalanes llegaron más tarde y al "negoci", la trata de esclavos.

Creo que me va dar espacio para un segundo nácar. A mí las perlas que más me gustan son esas que no resultan esféricas, creo que las llaman de "agua dulce" o "barrocas". Mi anterior perla era de otra clase, de "mala leche". La que les vengo a proponer seguidamente es de agua dulce, de botellín de aldeína y pelotas.

Les cuento. Hace muy pocos días, leía en este diario noticia acerca de que la Autoridad Portuaria tiene el propósito de elevar a los altares del estuario de la villa a aquel al que llaman primer alcalde de la democracia. Razón por la que el que siempre conocimos por paseo de la ría vendría a llamarse con tal nombre y apellidos. Que el asunto iba a someterse por el actual management, cherif, boss, authority? al voto del llamado consejo de administración de la Autoridad Portuaria de Avilés. Órgano que, a diferencia del Pleno del Ayuntamiento de la plaza, no viene conformado por representación popular y sí de otra guisa. Vamos, que como no salió adelante lo de darle el nombre a no sé qué parque de no sé qué sitio llega ahora el "herederu" -en asturianu, suena mejor- y "se las pela". Que "tien" prisa, que más vale ahora, no vaya a ser que en cuatro días deje ser caudillo de muelles, de maromas y entonces, pues eso "peonces".

Ya me gustaría a mí, me encantaría soltar alguna peladilla más, pero el espacio se agota. Tenga el lector un gratificante día.

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