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La rucha

Libros para la vida

La importancia de la lectura

Que nunca nos apaguen la luminiscencia de los libros, que jamás nos devasten las altas arboledas de sus párrafos, jamás las inmensas posibilidades de cada una de sus sílabas. Que nadie pueda prohibir el placer de leer, la libertad de interpretar, la destreza de soñar, el deseo de ser otros, en otro cuerpo, bajo otras dimensiones, con otras miras. Nadie ponga barreras a la imaginación ni a la cultura ni a las aspiraciones del pensamiento. Nadie a la incomparable sensación de acariciar la voz de lo imposible, la carne de la fantasía.

Historias que nos hechicen con sus palabras recamadas con abismo y grandeza. Epopeyas que nos hagan navegar hacia la pulcritud y la alegría. Fábulas que nos transformen y nos remitan al pasado de la luz. Leyendas que nos instalen al sur de la indiferencia, muy lejos de sus garfios empáticos, muy apartados de sus rutinas enfermizas. Relatos que nos adentren en los jazmines del recuerdo, en las limpias mañanas del origen, con el verano al fondo y la sonoridad de las avispas. Crónicas que nos eduquen y nos eleven como grúas de conciencia, como brazos de soberanía.

Protagonistas que viren el rumbo de esta actualidad manipulada, abocada al fracaso y la impericia. Héroes que nos reprendan y nos adiestren con la benevolencia y la celebridad de sus proezas, con la eficacia de sus iniciativas. Mujeres, hombres de ahora y siempre, cuyas virtudes nos fascinen, cuyo coraje sirva de freno y bridas. Prototipos para sembrar la paz, la cordura, el civismo, ataviados con decencia y decoro, con lealtad, respeto y disciplina. Paradigmas de equidad, que es lo que necesitamos con urgencia; dechados de cordialidad y apego y vocación y ahínco y don y estima.

Libros con atractivo, y sin caducidad, para los paraísos obligatorios de los primeros años, para la solidez de una infancia fundada en la poesía. Personajes que nos embelesen con su compromiso, con sus valores sólidos, personajes que triunfen y cosechen los laureles de la victoria por sus trayectorias impecables y no por pelearse ni querellarse a diario ni jugar malamente con la honestidad que merece la vida. Personajes auténticos, tenaces, procedentes de los volúmenes de la realidad, de las riberas de lo inofensivo, de los libros al margen de las toscas mentiras. Personajes muy diferentes a estas figuras que nos inculcan y nos venden, omnipresentes y sediciosas, espeluznantes y cansinas. Seres humanos que, en mi ruda opinión, causan rechazo y grima.

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