La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Vita brevis

La cruzada de los niños

Corría el año del Señor de 1220. Por aquellos tiempos daba gusto andar por Europa porque hacía un clima benigno, más o menos como el de ahora. Es que se había producido un calentamiento global desde aquellos gélidos tiempos del final del imperio romano, cuando bajaron hacia las más amables tierras del Sur los suevos, los vándalos, los godos y toda suerte de bárbaros del Norte, porque por aquellas tierras boreales hacía un frío que pelaba las barbas y quedaba muy mal ser bárbaro sin barbas.

En ese año, un pastorcillo alemán, llamado Nicolás, sostuvo que se le apareció Jesucristo y le ordenó organizar una cruzada para conquistar Tierra Santa, que por aquella andaba en manos sarracenas. Según su visión, cuando llegaran al mar, este se abriría como aconteció con Moisés y así llegarían a pie hasta Palestina, donde conseguirían someter y cristianizar por las buenas a la morisma. Consiguió movilizar a unos cuantos miles de chicos alemanes, que cruzaron los Alpes sin nieves y llegaron hasta Génova, donde esperaron en vano que el mar se abriera. Con el tiempo se disolvió aquella concentración de jóvenes incrédulos.

Por el mismo tiempo, otro pastorcillo, en este caso francés y llamado Esteban, mantuvo recibir una aparición semejante y, con ella, consiguió reunir a una mayor cantidad de miles de muchachos papanatas, que se dirigieron a Niza. Tampoco el mar Mediterráneo hizo el más mínimo ademán de replegarse, pero unos navieros les ofrecieron unos barcos para transportarlos. Se embarcaron y llegaron a las costas de Egipto, donde los avispados marinos los vendieron como esclavos.

Aquel calentamiento global duró hasta el año 1400, aproximadamente, cuando volvió a enfriarse la cosa de tal manera que los pintores costumbristas flamencos e ingleses reflejaron magníficamente con sus cuadros, en los que aparecen los canales de los Países Bajos y el río Támesis helados con caballeros y damas patinando. Son estampas muy amables, pero que el capitán Alatriste, aunque sea un personaje de ficción, contradijo con la verdad: "Flandes es un infierno". De frío, de lluvia, de nieve y de hielo, pero un infierno, que en la batalla de Amberes Alejandro Farnesio tuvo que pedir ayuda a la Inmaculada Concepción, que se ve que se la concedió aunque por aquellos tiempos aún no era un dogma de la Iglesia.

Ese periodo histórico hasta mediados del siglo XIX fue posteriormente conocido por los estudiosos del asunto como la "Pequeña Edad de Hielo". Ahora hemos vuelto a la calentura del clima de la Baja Edad Media, que esos mismos sabios llaman "Óptimo Medieval", que fue cuando a los chiquillos europeos les dio una insolación y pretendieron ir a pie a las cruzadas.

No íbamos ahora a ser menos que por entonces, así que también tenemos en este caso a una rapacina que ha montado su cruzada, aunque no se le haya aparecido Jesucristo, seguramente por ser una hereje luterana, porque es sueca. Se llama Greta, su cruzada se llama "Viernes para el Futuro" y consiste en que los muchachos hagan novillos en la escuela para manifestarse por las calles con carteles que contienen unos lemas de una simpleza sin igual.

Esta chica vino desde América hasta Lisboa en un velero, porque el Atlántico es más terco que el Mediterráneo y no se abrió para que llegara a pie. Luego cogió un tren para Madrid, por donde anduvo en un coche eléctrico. Ya no son aquellos tiempos, así que espeto que no la vendan como esclava, aunque sus padres vivan de ella. No obstante, me temo que suspenderá el trimestre, que se hecho la sueca con las clases.

Compartir el artículo

stats