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Francisco Palacios

Pasado imperfecto

Francisco Palacios

Reconversiones fallidas (3)

El cierre de los trenes de laminación de Ensidesa en Langreo y la multitudinaria manifestación de 1980

En junio de 1977, con la atención puesta en las primeras elecciones generales de la democracia, sale a la venta la revista "El Valle informativo", cuyo presidente y editor es el pintor Miguel Ángel Lombardía. Entre los artículos de ese único número, el más notable lo firma Juan Manuel Kindelán, doctor ingeniero de Minas, que inició su actividad profesional en el Pozo Samuño. Fue también director general de Minas y presidente del Consejo de Seguridad Nuclear con gobiernos de Felipe González.

Para sus compañeros del Consejo de Seguridad, Kindelán era "un español inteligente e ilustrado, para el que solo la educación, el conocimiento y la investigación podían salvar a España del atraso económico y del canibalismo político".

En su artículo, titulado "El futuro del carbón asturiano", Kindelán revela la incongruente política de los sucesivos gobiernos respecto a Hunosa y a los valles mineros. Y haciendo balance de los diez primeros años de Hunosa, afirma que "toda la política realizada lo ha sido bajo la coartada de proteger el empleo en las zonas mineras evitando la injusticia de dejar sin trabajo a numerosas personas".

Recordaba asimismo que, "entre 1970 y 1976, las subvenciones concedidas al carbón producido por Hunosa y las pérdidas de la compañía, compensadas por los presupuestos generales del Estado, habían superado los treinta mil millones de pesetas cada año, lo que significaba más de un millón de pesetas por trabajador. Pensando en la implantación de industrias ligeras, esa cantidad, invertida adecuadamente, hubiera podido dar trabajo ampliamente al cien por cien de la plantilla total de Hunosa".

Aunque Kindelán no desempeñaba entonces ningún cargo político importante, su tesis sobre el destino de la minería del carbón fue compartida a los pocos años por Carlos Solchaga cuando era ministro de Industria. Son nuevos ejemplos de lo que pudo haber sido y no fue.

Por otra parte, con el plan de reestructuración programado para las instalaciones fabriles de Ensidesa-La Felguera y el anuncio de un posible cierre de tres pozos de Hunosa volvía a cernerse sobre las Cuencas la amenaza de una fuerte regresión económica. Por tal motivo se estaba preparando un ambiente social propicio para una gran movilización social.

Efectivamente, el 20 de junio de 1980 tuvo lugar quizás la manifestación más multitudinaria de las celebradas en Langreo, que fueron muchas. Fue una manifestación ordenada y silenciosa contra el desmantelamiento industrial, con un "¡NO!" rotundo y escueto como lema único. Allí estaban representantes de todos los grupos políticos, de los sindicatos y de diversas asociaciones ciudadanas, "porque la supervivencia del Valle del Nalón estaba por encima de todos los partidos y preocupa tanto a la derecha como a la izquierda como el centro", escribía Ceferino de Blas. Un clamor contra una situación que entonces ya se consideraba insostenible.

Aquel mismo día, el consejero regional de Industria, Javier Vidal, declaraba que en Madrid había dudas sobre lo que se iba a hacer con Ensidesa, pero se podría hablar de fundadas esperanzas de encontrar alguna solución para la fábrica de La Felguera.

Una semana después, el presidente del Consejo Regional, Rafael Fernández, manifestaba que sobre el Valle del Nalón se estaba haciendo "un estudio en profundidad para saber cuáles son las empresas que tenemos que salvar y cuáles son las que tenemos que ayudar a bien morir para que los recursos de los que dispongamos sean utilizados pragmáticamente.

Así, entre promesas y proyectos, el 30 de junio, cuando sólo habían pasado diez días de aquella gran concentración cívica, Ensidesa anunciaba el cierre definitivo de los trenes de laminación que todavía funcionaban en La Felguera.

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