La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Desde la Meseta

¿Qué hacer con el diésel"

No se acordarán, pero yo, por desgracia, sí. Entonces, cuando lo compré no era una desdicha, ya que un buen amigo, versado en motores, me aconsejó que comprara un coche con motor diésel (los versados pronuncian "dísel", que es más guay). Sea lo que sea, yo cargué con un cochazo de aquella, con una enorme potencia y lleno de automatismo que entonces eran "la leche". Ustedes me entienden, ¿verdad? El coche en sí sigue siendo una innovación, pero la amenaza que se me viene encima, como al resto de los morrales, es inesperada.

Me estaba acordando de Eduardo Barreiros, cuando convirtió los motores de gasolina en diésel. Aquel hombre, sin estudios de ingeniería hizo un milagro simplemente con aquel intelecto observador que tuvo de nacimiento, convirtiendo chatarra en un motor que revolucionó nuestros camiones, taxis y motores marinos, que andaban con un combustible más barato y que, entonces, nadie hablaba de la contaminación.

Hoy, que todo contamina, incluso cuando encendemos nuestro microondas, el televisor o la aspiradora, las grandes chimeneas de las fábricas y de las térmicas, no deja de comentarse cómo quedarán nuestros bolsillos si seguimos manteniendo nuestro vehículo diésel, o, peor aún, si nos obligan a deshacernos de él y tenemos que comprar un coche eléctrico o híbrido. Y yo, como jubilado, de dónde coño saco el dinero para comprarme uno nuevo y con motor calificado con las nuevas tendencias.

¡Qué cosas me impone la vida y a mis años! Señores, que esto no es como el comprar un cepillo de dientes porque sus cerdas están quedando torcidas.

Compartir el artículo

stats