Lanzada la campaña electoral, aparecen torpezas y enmiendas. La izquierda tiene facilidad innata para apretar sin rubor el botón de autodestrucción. Vuelve a poner el dedo Izquierda Unida cuando desde Madrid amenazan con intervenir la agrupación asturiana, la única que se ha opuesto por sus afiliados a ser engullida por Podemos. IU mantiene en Asturias músculo político y electoral, y poder en ayuntamientos importantes, cinco de las Cuencas. Apretar el botón sería su autodestrucción asturiana. La derecha no tiene estos problemas. Se puede fragmentar, pero potentes intereses comunes actúan como imán de unión en el momento de la verdad. Pero Pablo Casado debería evitar que ¿maliciosas? manos le lleven a mencionar estudios de frixuelos y hórreos tan imaginativos como falsos, que acaben fagocitando y distorsionando sus mensajes. Queda el cura de Campomanes, popular porque en su carta los Reyes Magos pidió los "regalos" que sus vecinos reclaman a los políticos. Sin cursos de frixuelos ni de autodestrucción. Los de la calle.
