Llevo, más bien llevamos en plural, un tiempo de fallecimientos que nos encoge el corazón. Los amigos y otros familiares políticos nos abandonan, vuelan a ese más allá y, lo dicho, nos asustan con su muerte.
Un día de estos se nos fue Pacheco (José Ramón Fernández Cocina). Un par de días más tarde el doctor Celestino Melchor Fonseca, conocido familiarmente como Tino Melchior. Y poco antes de escribir esta columna, me llaman de Oviedo para decirme que había fallecido Pepita, hermana de mi cuñada Emma. Sin olvidar la defunción de mi amigo Jesús González Celada, maestro nacional y profesor en las Escuelas del Padre Ferrero.
En Gijón, recientemente, también falleció Silvino, amigo de casa, por así decirlo, de toda la vida, oriundo de Ciaño (Langreo), así como un primo de mi mujer, Alfredo.
Y no sigo, porque mi congoja me supera por esta mala racha que nos abruma. Dios los tenga a todos ellos en su Gloria y un fuerte abrazo a toda su familia y amigos íntimos.
Sin olvidarnos de los políticos y personalidades desaparecidos en la región en la última semana, como el exlcalde de Gijón y el ex Presidente del Principado, Vicente Alvarez Areces, el periodista y comunicólogo, Juan Cueto, el abogado gijones Francisco Prendes, el juez Gil Carlos Rodríguez, ente otros.
Eso, ¡vaya racha!
